Diario de León

Las compañías petroleras se enfrentan a un horizonte demasiado crudo

El sector se apoya en las refinerías y huye de los pozos para asumir una deuda multimillonaria.

Vista de una plataforma petrolífera.

Vista de una plataforma petrolífera.

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j. m. camarero | madrid
León

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La burbuja económica también ha alcanzado al oro líquido y se ha cebado con unas compañías petroleras que se encontraban cómodas hasta mediados del año pasado. En ese momento, explotaron las inversiones comprometidas, las cuentas de resultados y hasta el modelo de negocio que los grupos del sector venían desarrollando en los pasados años. En los últimos 18 meses, el precio del barril de Brent -la materia prima de la que se nutren para ganar dinero- ha caído casi un 60% hasta los 45 dólares, frente a los 107 en los que cotizaba en junio de 2014. Algunas empresas se apresuraron rápidamente a actuar, cambiando el rumbo de sus actividades. Otras tardaron en reaccionar. Pero la mayoría afrontan un oscuro futuro del que no todas saldrán indemnes a medio plazo. Y las que lo consigan, ya no serán las mismas que se conocían hasta ahora.

Las cuentas de las grandes petroleras internacionales no dejan lugar a duda: entre enero y septiembre, BP, Eni y Pemex han ahondado sus pérdidas; Shell, Chevron, Exxon y, en menor medida Total, casi no tienen beneficios. Y, en el caso de Repsol, se ha dejado por el camino la mitad de sus ganancias en 2015.

A pesar de la caída generalizada, las diferencias son notables entre las corporaciones. El ratio de deuda sobre beneficio antes de impuestos (Ebitda) «aumenta más en las europeas que en las americanas, por lo que tienen una mayor exposición al riesgo del precio del crudo», explica Pablo García Estévez, profesor del área financiera de Cunef. Las corporaciones de EE UU «iniciaron la reducción de sus inversiones y sus gastos hace tiempo, mientras que las de aquí lo hacen ahora, pero han llegado tarde», reconoce Albert Enguix, analistas de GVC Gaesco.

En su nuevo plan estratégico 2016-2019, Repsol recortará un 40% sus inversiones hasta los 4.000 millones al año; ahorrará en costes 7.000 millones; planteará una reducción de la plantilla. Medidas drásticas, como en todo el sector, para hacer frente a un precio del petróleo estimado en los 50 dólares por barril. «Con el crudo a 100 dólares, como antes, había mucha más manga ancha para actuar», afirma Albert Enguix, quien explica que esos precios constituyeron «un verdadero ‘boom’ en el que las compañías vivían muy bien».

Ya no será tan habitual relacionar las petroleras con las instalaciones de extracción de crudo en el Mar del Norte o en los desiertos de Texas, sino con las refinerías como las que Repsol tiene en Muskiz (Vizcaya) o Cartagena (Murcia). El ‘downstream’ -las actividades ligadas al tratamiento y venta de los productos petrolíferos- «puede suponer una buena parte de sus resultados», reconoce Albert Enguix.

Aunque ahora todas miran a sus refinerías y centros tecnológicos de tratamiento del crudo, no todas podrán triunfar en esta reconversión.

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