Fortuna de ida y vuelta

El Banco de Valladolid tuvo en 1978 el dudoso honor de ser una de las primeras entidades bancarias en visitar la llamada «UVI de los bancos», término por el que se conocía a la Corporación Bancaria, la sociedad creada por el Banco de España y el resto de bancos nacionales para comprar y reflotar entidades en crisis. Las dificultades por las que atravesaba en 1978 el Banco de Valladolid obligaron a su presidente y principal accionista, Domingo López Alonso, a vender su participación mayoritaria (algo más del 63%) a la Corporación Bancaria, creada en 1977 y precursora del actual Fondo de Garantía de Depósitos. El Banco de Valladolid contaba en aquellas fechas, según los datos de algunas publicaciones especializadas de la época, con unos 20.000 millones de pesetas en depósitos (120 millones de euros) y unos 10.000 millones en créditos (60 millones de euros), así como 36 sucursales en España. Tras su paso por la Corporación Bancaria, el equipo económico del Gobierno decidió iniciar los contactos para sacar a la venta el Banco de Valladolid, un hecho que se produjo en 1981, adjudicando la entidad a Barclays Bank. La firma británica fue la única extranjera que se presentó a la puja y fue la que realizó la mejor oferta, 800 millones de pesetas (4,8 millones de euros). Batalla jurídica Fue en esas fechas cuando el antiguo propietario, el leonés Domingo López, comenzó su batalla jurídica para recuperar el banco, un proceso que se ha extendido casi 25 años y que hoy ha vivido un nuevo episodio, al fijar el juez una indemnización de 1.021 millones de euros para el ex propietario. Con la indemnización, se compensaría a López Alonso los perjuicios sufridos por ser obligado a vender las acciones de la entidad y sería el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) el que debería asumir el pago de esta cantidad, dado que Barclays firmó con esta sociedad un documento que le eximía de cualquier reclamación del ex propietario del Banco Valladolid. López Alonso -uno de los promotores del diario El Imparcia l- no ha vivido exento de polémica, sobre todo, tras la publicación, en 1999, de un libro titulado Atraco , en el que el ex presidente del Banco de Valladolid se presentaba a sí mismo como víctima de un «robo» de más de 23.000 millones de pesetas (139,33 millones de euros) por parte de Mariano Rubio y Luis Angel Rojo, antiguos gobernadores del Banco de España. Este empresario comenzó su carrera laboral trabajando, con categoría de picador, en las minas leonesas, puesto que nació en Lumeras, un pueblo de los Ancares, cerca de la comarca minera de Fabero, y posteriormente dio su salto a la política, donde fue concejal en el Ayuntamiento de León entre 1955 y 1961. Junto a otros empresarios y profesionales de la zona de León y empresarios como Juan Abelló y Bernardo García crea, por estas fechas, el Banco Industrial de León. En León fue repartidor de patatas, dueño de una tienda de ultramarinos y uno de los promotores de la Plaza de Toros. Comenzó en Madrid con una empresa de autobuses y fue también promotor de viviendas y armador de barcos. Como su experiencia es positiva, compra el Banco de Medina que, posteriormente, tras un proceso de suspensión de pagos, cambia este nombre por el de Banco de Valladolid en 1967, objeto de este auto, con un capital de 200 millones de pesetas.