Diario de León

El G-20 arranca en medio de protestas y con los líderes mundiales divididos

Mientras algunos representantes apuestan por mantener los planes de estímulo económico, otros defienden la aplicación de austeridad para recortar el déficit

Obama habla con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, durante una sesión de trabajo.

Obama habla con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, durante una sesión de trabajo.

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césar calvar | toronto
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La cuarta cumbre del G-20 arrancó ayer en Toronto (Canadá) entre las protestas de miles de activistas de izquierda, que reclaman mayores esfuerzos contra la pobreza, y con los líderes mundiales divididos entre los partidarios de mantener los planes de estímulo para potenciar el crecimiento económico y los que defienden la aplicación de programas de austeridad para recortar sus déficit. En el borrador de declaración final, los dirigentes de los países avanzados y emergentes exhortan a reducir sus agujeros fiscales a la mitad en el 2013.

La división entre partidarios del crecimiento y defensores de los programas de consolidación se resume en la práctica en un choque entre las posturas de Estados Unidos y la Unión Europea. Estados Unidos, preocupado por que la recuperación no pierda fuelle, defiende a ultranza los programas de estímulo para los próximos dos o tres años, y aboga por atacar después el desfase fiscal. Europa, con Alemania a la cabeza, se ha erigido en la gran valedora de los programas de austeridad.

1397124194 Cartas. Esas diferencias de criterio ya quedaron claras en vísperas de la reunión en sendas cartas de Barack Obama y los presidentes del Consejo y de la Comisión Europea, Herman Van Rompuy y José Manuel Durao Barroso. El último borrador de comunicado final del G-20 exhorta a los gobiernos a reducir sus déficit a la mitad en el 2013 y a estabilizar en el 2016 sus niveles de deuda en proporción al PIB. «Por un lado, precisamos cumplir los planes de estímulo, pero al mismo tiempo acontecimientos recientes subrayan la importancia de unas finanzas públicas sostenibles», reza la declaración.

Se trata de objetivos ambiciosos, pero bastante menos de los que España se ha marcado por su cuenta: rebajar el abultado desfase entre ingresos y gastos públicos desde el 11,2% del 2009 hasta el 9,3% en el 2010, el 6% en el 2011, el 4,4% en el 2012 y el 3% -"techo que marca el pacto europeo de estabilidad-" en 2013.

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