Diario de León
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León

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Frío, despoblado, extraño y mortal, Saint-Denis, al norte de París, se pareció ayer peligrosamente al escenario de un videojuego violento, a un mundo que parece a ratos que no existe y sin embargo es tan real. Solo el eco rotundo de los balazos y las explosiones —’bum-clac-clac-clac’—, los policías de paisano con el chaleco antibalas a medio atar y los bandadas de palomas enloquecidas de un lado a otro del cielo recuerdan que allí, al doblar la esquina, se libraba la guerra contra el terrorismo.

Que de nuevo estaba corriendo la sangre. Sin contar con las de los terroristas, la policía disparó 5.000 balas; lo que en idioma de la calle se conoce como una ensalada de tiros. La gente, que es tan elástica, está comenzando a acostumbrarse al horror y en la puerta de un café obrero del barrio, cuando sonaba una ráfaga, permanecían todos congelados como maniquíes. «Más tiros», comentaba alguien a lo sumo. Nadie se movió.

Omar tiembla, pero es por el frío. Viste chancletas y lleva un par de horas en la calle. A las 4:30 se sobresaltó en su cama con una explosión que hizo temblar la casa y salió a la ventana. «Lo siguiente fueron disparos. Desperté en una guerra». Sabía de lo que hablaba, pues llegó a Francia hace dos años desde Italia, a donde escapó empujado por la guerra de Libia. Hoy no pudo acudir a su puesto de encargado de limpieza en una tienda del centro. Hace unos años trabajaba de panadero en Beirut y sabe cómo es el ruido de un fusil de asalto. «Cuando me asomé, llegaban decenas de policías y entraban en el bloque contiguo. Durante una hora no cesaron los tiros y las explosiones». En la charla que narra de la batalla se incluyen granadas de mano, explosivos y un relato imaginario y sin embargo posible de emboscadas dentro de un piso.

Las fuerzas especiales entraron en el bloque tras la pista de Abdelhamid Abbaoud, presunto cabecilla de las masacres de París, el tipo más buscado del mundo. La operación policial en la que participaron las fuerzas especiales y el ejército, se saldó con al menos dos terroristas muertos, cinco policías heridos, siete detenidos y un perro pastor malinois de siete años muerto. Se llamaba ‘Diesel’ y lo sacaron en una ambulancia.

«No va a terminar nunca»

Una de las terroristas se hizo saltar por los aires en una de las explosiones que escuchó Sabrina como si le estallara un volcán en la habitación de al lado. Viste un niqab que oculta todo lo que no son sus ojosy tiene la mala suerte de vivir en la Rue de la République, en un segundo piso debajo del que alquilaron los terroristas. «Lo primero que sentí fue una explosión. Cogí a mi hijo y me refugié en el cuarto de baño. Olía a pólvora. Temblaban las paredes. Entró la policía, nos tiró al suelo y nos sacó de la casa corriendo.»

Mohamed responde a la prensa en la puerta atestada de un café en el que nadie entra a consumir. La mayoría de los jóvenes que están allí prefieren no gastarse los 2,40 euros del café pese a que llevan media noche en vela.

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