Diario de León

La suspensión de Schengen se afianza por temor a la ola de refugiados

Se activaría por primera vez el artículo 26 del tratado por un periodo de dos años.

El comisario de Interior y Migración, Avramopoulos.

El comisario de Interior y Migración, Avramopoulos.

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adolfo lorente | bruselas
León

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O mucho cambian las cosas o la instantánea de los controles policiales volverá a ser una realidad en las fronteras europeas a partir de mayo. No es un adiós definitivo a Schengen, quizá un hasta luego. El espacio de libre tránsito por 26 países, uno de los principales logros de la UE, será la primera gran víctima de la gravísima crisis de los refugiados. Así lo constataron ayer los ministros de Interior reunidos en Ámsterdam (Holanda ostenta la presidencia europea este semestre), quienes mostraron su determinación de pedir a la Comisión Europea que acelere la tramitación legal para poder establecer controles temporales en las fronteras nacionales durante un periodo de dos años, activando por primera vez el artículo 26 del Tratado de Schengen, reservado a situaciones en las que se constate una «incapacidad persistente y grave» de un socio para controlar sus fronteras exteriores, como es el caso de Grecia, que está superada. Así que son dos las opciones: o expulsar a Grecia, algo legalmente imposible, o buscar respaldo legal para que los Estados controlen sus propias fronteras, opción por la que se decantarán.

«Los plazos actuales no son suficientes para resolver esta crisis, por eso se ha evocado el artículo 26 y se ha pedido a la Comisión que ofrezca vías para continuar con las medidas nacionales de control que, desafortunadamente, son necesarias», explicó el secretario de Estado de Seguridad y Justicia holandés, Klaas Dijkhoff. «Si todo sigue así y continúa el riesgo serio para el orden público y para la seguridad interior, algunos Estados, no digo cuáles, podrían mantener los controles en sus fronteras interiores más allá del tiempo previsto», confirmó el comisario de Interior e Inmigración, Dimitris Avramopoulos, quien volvió a erigirse en un férreo defensor de Schengen. «No está en riesgo», zanjó. .

De momento, y en esto Europa es especialista, se volvió a dar la enésima patada hacia adelante a la espera de cómo evolucionan los acontecimientos ante una avalancha de refugiados «sin precedentes» que ha conseguido noquear e incluso sonrojar a la UE más nacionalista. Para muestra, los 331 asilados que se han redistribuido desde Grecia e Italia en los últimos meses cuando el objetivo final es alcanzar la cifra de 160.000.

Como ya es habitual, la reunión estuvo precedida de enormes presiones ejercidas sobre Grecia, un país que está quedando muy señalado por su presunta incapacidad a la hora de controlar sus fronteras. El Gobierno de Atenas se defendía con una mezcla de impotencia e indignación.

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