CRISIS POLÍTICA EN BRASIL
Brasil espera el voto decisivo
La presidenta Rousseff observa la votación del 'impeachment' en el Senado refugiada en su residencia oficial del palacio de la Alvorada
Dilma Rousseff saborea sus últimas horas como presidenta de la República de Brasil. Recluida durante todo el día en su residencia del Palacio de la Alvorada en Brasilia, la líder del Partido de los Trabajadores (PT) se rodea únicamente de sus aliados más fieles. En su cabeza, la idea de renunciar y poner fin al sufrimiento que le ha infligido el tortuoso proceso de 'impeachment' toma cada vez más fuerza.
En estos momentos, aguantar los 180 días que podría pasar alejada de su cargo, si los 81 miembros del Senado deciden instalar el proceso, debe plantearse como un reto difícil de enfrentar. “No estoy cansada de luchar. Lo que estoy es cansada de las personas desleales y los traidores y estoy segura de que Brasil también lo está. Llevo conmigo la fuerza de vida de los 36 millones de brasileños que salieron de la pobreza”, llegó a declarar el pasado martes con su tono habitual la presidenta guerrillera.
Sin embargo, sus firmes palabras contrastan con su aspecto cada vez más cansado. La manera con la que la oposición del país se ha cebado con ella, tachándola de corrupta a pesar de que no existe ninguna acusación formal en su contra, han dejado huella en su estado físico a sus 68 años de edad. En declaraciones a EL PERIÓDICO, el vicelíder del Gobierno en la Cámara de los Diputados, Paulo Pimenta, explica que sumar los 41 votos necesarios para archivar el 'impeachment' este miércoles son un reto imposible.
MUCHOS TRAIDORES
"Tuvimos un número muy grande de traidores en la Cámara de los Diputados y esto podría volver a ocurrir en el Senado. Esperaremos el resultado y emprenderemos todas las acciones judiciales que nos sea posible. Si es necesario, pediremos a Mercosur que aplique la cláusula democrática", advierte el popular diputado del PT, que no duda en subrayar la tesis de que "el 'impeachment' es un golpe encubierto" y en comparar la caída de Rousseff a la que sufrió el expresidente paraguayo Fernando Lugo en el 2012.
En el momento de la conversación, Pimenta todavía confiaba en la posible aceptación del recurso interpuesto por el Gobierno ante el Tribunal Supremo Federal (TSF). Pero el último cartucho de Rousseff estaba mojado. El magistrado encargado del caso en el Supremo, Teori Zavascki, ratificó a primera hora de la tarde la legalidad de la votación en el Senado y abrió las puertas a que el 'impeachment' se librase de una vez por todas de la etiqueta de "golpe".
SALIDA DEFINITIVA
En el fondo, las declaraciones de los miembros del Gobierno ocultaban el hecho de que la salida de Rousseff podría no ser únicamente por 180 días, sino definitiva. El fin no solo de un mandato, sino de un ciclo de 13 años de gobiernos del PT y de la herencia del expresidente Luiz Inácio 'Lula' da Silva. De los programas sociales que acabaron con el hambre y la miseria extrema en el mayor país de América Latina, sacando de la pobreza a 36 millones de brasileños. De un símbolo entre los países emergentes en que parecían renacer en esta parte del mundo.
La cifra mágica que trazará la delgada línea entre la derrota y la esperanza será el 54. Ese será el número de votos que la oposición del país necesitará en la votación de este miércoles en el Senado, un número que se corresponde con los dos tercios del pleno de 81 senadores. Aunque no tendrá una importancia legal, debido a que la votación de hoy solo necesitará una mayoría simple, el número dejaría claro que la presidenta no tendrá opciones de retomar el cargo en la votación que se producirá al final de los 180 días de proceso.
El destino de Rousseff aguarda ahora a la conclusión de una interminable votación que, debido a los elocuentes discursos de los senadores, podría arrastrarse durante más de 20 horas. Pase lo que pase, la "dama de hierro" de América Latina no renunciará a la oportunidad de dar la cara por última vez. Su discurso aceptando el veredicto del Senado será el momento álgido de una jornada histórica. Un discurso que podría sellar la deriva a la derecha del continente. Un giro marcadamente neoliberal que culminará en la proclamación del vicepresidente Michel Temer, el "líder de la conspiración" según Rousseff, como presidente interino de la novena economía mundial.