EN CLAVE EUROPEA
El 'brexit', en punto muerto
La UE, a la espera del plan B y de la decisión que adopte el Parlamento británico. May rechaza descartar una salida abrupta, mientras los Veintisiete intensifican los preparativos
Los plazos se agotan y cada vez queda menos tiempo para evitar una salida abrupta y caótica del Reino Unido de la Unión Europea (UE) en la medianoche del próximo 29 de marzo. El brexit ha entrado en un nuevo impasse de dos semanas a la espera de que el Parlamento británico se pronuncie el 29 de enero sobre el plan B. La primera ministra, Theresa May, debe presentar ese plan el lunes, tras el humillante rechazo masivo el pasado martes del tratado de salida, que había laboriosamente negociado con los Veintisiete durante 18 largos meses.
La UE sigue con atención el caos político británico y, de momento, está decidida a no mover ficha hasta conocer el plan B que va a presentar May y la decisión que adopte el Parlamento británico a finales de mes. "Ahora mismo ni siquiera sabemos cuáles son los deseos del Gobierno británico", ha lamentado el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier.
La premier sigue rechazando descartar la posibilidad de un brexit abrupto y también oponiéndose a la celebración de un segundo referéndum, cuya organización requeriría más de un año, según el Gobierno. May ha respondido al líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, que es "imposible" descartar una salida sin acuerdo, porque "escapa a las capacidades del Gobierno". Para la premier "solo hay dos maneras de evitar una salida abrupta": que el Parlamento apruebe su acuerdo de brexit o "la anulación de los resultados del referéndum" del 2016, que sería "injusto".
LIDERAZGO EN ENTREDICHO
Pese a su liderazgo tambaleante dentro y fuera del Reino Unido, May logró superar con un margen suficiente un voto de censura en el Parlamento el pasado miércoles. Esa pequeña victoria fue fruto exclusivamente del pánico de la actual coalición gobernante de conservadores y unionistas norirlandeses a unas elecciones anticipadas que pudieran darle la victoria al denostado y temido líder laborista. Pero este respiro no resuelve la cuestión de fondo: la premier carece del respaldo de su propio partido (y de la oposición) para aprobar el acuerdo del brexit pactado con la UE, y los Veintisiete rechazan modificar ese tratado mientras Londres mantenga sus líneas rojas actuales sobre su relación futura con la UE.
May está manteniendo contactos telefónicos con diferentes líderes europeos, como la cancillera alemana, Angela Merkel, y el primer ministro holandés, Mark Rutte, para elaborar a contrarreloj el plan B. Pero no parece que la estrategia vaya a incluir cambios significativos que posibiliten su aprobación en el Parlamento británico, ni que puedan motivar a los Veintisiete a renegociar el tratado de salida, ya que May no puede proponer nada que pueda fracturar aún más el divido Partido Conservador.
Los Veintisiete siguen manteniéndose firmes y unidos en no reabrir el tratado ya pactado, que consideran la mejor oferta posible dadas las condiciones británicas. Los Veintisiete han subrayado que cualquier nuevo gesto de la UE, como aplazar la fecha de salida del Reino Unido, debe estar justificado e ir precedido de una posición clara británica, respaldada por una mayoría parlamentaria suficiente. El jefe negociador europeo, Michel Barnier, ha indicado que la posición de la UE podría evolucionar si Londres modifica sus líneas rojas.
Las dos cuestiones esenciales de la relación futura británica con la UE, que podrían inducir a los Veintisiete a renegociar el tratado de salida, son inaceptables para los conservadores euroescépticos y se consideran incompatibles con la voluntad expresada por los ciudadanos en el referéndum del 2016. Por ello, la premier no puede proponer ahora que el Reino Unido permanezca tras el brexit dentro de una unión aduanera con la UE, porque le impediría negociar por su cuenta tratados de libre comercio con otros países y quedaría sometida a una legislación que no controla. May tampoco puede proponer seguir en el mercado único europeo, porque eso implicaría además tener que aceptar la libre circulación de personas y le impediría vetar la llegada de inmigrantes y la prometida "recuperación el control de las fronteras".
ENMIENDA
La estrategia de May sigue siendo llevar al Parlamento británico ante la disyuntiva de su acuerdo de brexit o el caos para lograr que los diputados cedan ante la proximidad del abismo. Esta estrategia le ha funcionado esta semana para superar el voto de censura. Por ello, la premier sigue negándose a excluir la posibilidad de un brexit sin acuerdo, pese a las catastróficas consecuencias económicas y sociales que implicaría. El Gobierno británico y el Banco de Inglaterra admitieron en noviembre que una salida sin acuerdo podría causar una caída del PIB per cápita del país de hasta el 10%. Para alejar ese peligro de una salida sin acuerdo, hay maniobras de los diputados británicos para introducir una enmienda en el plan B de May, que reforzaría los poderes de la Cámara de los Comunes sobre el brexit con la posibilidad de frenarlo.
Mientras los gobiernos europeos aceleran los preparativos para la posibilidad de un brexit abrupto, esa posibilidad ya está pasando factura por anticipado al país. Docenas de bancos establecidos en el Reino Unido han comenzado a desplazar globalmente más de 1 billón de euros en activos al interior de la eurozona para conservar su acceso y actividad comercial en la UE después del brexit, según Sabine Lautenschläger, vicepresidenta del consejo de supervisión bancaria del Banco Central Europeo (BCE). Entre los bancos que han iniciado este movimiento de activos hacia la eurozona figuran las principales entidades financieras americanas, Barclays, UBS y HSBC.
El Gobierno francés ha activado el plan de contingencia dotado con 50 millones de euros para reforzar puertos y aeropuertos ante el hecho de que una salida británica de la UE sin acuerdo "es cada vez menos y menos improbable", como señala el primer ministro francés, Edouard Philippe. España, por su parte, sigue negociando con la Comisión Europea para evitar que Iberia y Vueling, propiedad del grupo británico IAG, pierdan sus licencias de vuelo europeas si se produce un brexit abrupto.