Diario de León
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Por segunda vez en las últimas semanas, Mariano Rajoy irrumpió sin previo aviso en un debate parlamentario sobre la crisis de Irak. Hoy lo hizo en cuanto el portavoz socialista concluyó la defensa de la proposición no de ley impulsada por la oposición para forzar un cambio radical de la política exterior española con la intención de «exponer de nuevo la posición del Gobierno sobre este tema». Pero pronto se vio que buscó dar la vuelta a la situación de aislamiento que sufre el Grupo Popular en el Parlamento con un enfrentamiento cara a cara con el líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero. Rajoy salió a la tribuna -ejerciendo el derecho del Gobierno a intervenir en los debates en el momento que considere oportuno- cuando aún no se habían producido más que dos intervenciones: la del portavoz de Exteriores del grupo popular, Gustavo de Arístegui, y la del socialista Jesús Caldera. La jugada buscaba aislar al PSOE del resto de las formaciones parlamentarias y romper así la unidad que han logrado en esta cuestión. Pero si lo logró fue sólo por unos minutos, hasta que los portavoces de las distintas formaciones políticas pudieron intervenir a continuación. Y no tardó en intentar dar un vuelco al debate y convertir al líder de la oposición en el centro del debate, al instarle a dar respuesta a las preguntas que le formuló a duras penas y entre gritos de «!no a la guerra!». De haber respondido Zapatero por alusiones, sólo hubiera contado con unos breves minutos. Pero quien le respondió fue Caldera.

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