Diario de León

Argelia celebra en calma unas controvertidas elecciones presidenciales

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P. Soto - rabat
León

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Argelia celebró ayer elecciones presidenciales -las terceras desde que el país accedió a la independencia en 1962- en un clima de relativa calma, aunque condicionado por el duro enfrentamiento político entre el actual jefe del Estado y candidato a la reelección, Abdelaziz Bouteflika, y su antiguo primer ministro y secretario general del Frente de Liberación Nacional (FLN), Ali Benflis. Más de 18 millones de electores estaban llamados a acudir a las urnas en los 40.000 colegios electorales de todo el país, que abrieron sus puertas a las ocho de la mañana una hora más en España) y las cerrarron a las 19 horas (20 horas en España). Si, como vaticinan algunos observadores, ningún candidato obtiene la mayoría suficiente para acceder a la presidencia de la república, una segunda vuelta se tendrá que celebrar, lo que significaría un verdadero acontecimiento histórico desde que el país norteafricano inició una tímida apertura política en 1989, que fue parcialmente interrumpida por los generales en enero de 1992 para impedir la llega al poder del Frente Islámico de Salvación (FIS), ganador de las elecciones legislativas. Según los primeros datos oficiales, la participación en las urnas apenas habría superado la mitad del cuerpo electoral; fue muy masiva en el sur del país, donde los aparatos del Estado y del antiguo FLN disponen de un mayor arraigo social, e inferior al 20% en la Cabilia. Los resultados, hoy Los resultados oficiales definitivos se comunicarán este viernes, a la espera de su certificación por parte del Consejo Constitucional dentro de una semana. Las primeras estimaciones apuntan a Bouteflika como ganador de las presidenciales, lo que podría ser interpretado por Benflis y otros candidatos de la oposición como «un pucherazo» del poder. Tanto es así que algunos de sus rivales han anunciado movilizaciones callejeras para denunciar el fraude si consigue mantenerse en el poder. En caso de segunda vuelta, Bouteflika tendría asegurado el apoyo de importantes poderes fácticos, mientras que Benflis ha sabido granjearse las simpatías de amplias capas sociales, antiguas personalidades políticas, una parte sustancial de la inmigración argelina en Francia y un sector de la prensa opositora, que ven en él un «cambio democrático», aunque moderado y en el marco del actual sistema.

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