Diario de León

Sudán, el conflicto olvidado

Cruz Roja alerta del riesgo de una tragedia sin precedentes en el corazón de África. Los voluntarios constatan que el país dependerá de la ayuda humanitaria durante dos años

Una sudanesa refugiada lava su ropa   cerca de unas tiendas de campaña en el Chad

Una sudanesa refugiada lava su ropa cerca de unas tiendas de campaña en el Chad

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Laura R. Vilamor - madrid
León

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Desbordados por las necesidades de más de dos millones de refugiados, los delegados de Cruz Roja Española desplazados en Sudán lanzan un grito desesperado al mundo. «Necesitamos atraer la atención de todas las naciones para poder hacer frente a esta situación», reclaman. Y no saben cómo. Denuncian que los medios de comunicación una vez más dan la espalda a África y que éste es el motivo fundamental por el que la ayuda humanitaria llega a cuentagotas. Pero no desisten. Muchas vidas dependen de sus llamamientos. Miguel Ángel Rodríguez es uno de los delegados. Se encuentra en Kasab, un campo de acogida situado a cinco kilómetros de la ciudad de Kutum, al oeste del país. Allí tratan de sobrevivir 30.000 musulmanes negros que están enfrentados con los musulmanes árabes del país. No tienen agua ni alimentos «y para colmo ahora llega la época húmeda, donde las tormentas todo lo asolan», señala. Esta nueva situación es la que más preocupa, ya que inunda todos los accesos y provoca epidemias como la malaria o el cólera. El paisaje que se recibió a Miguel Ángel nada más aterrizar hace quince días, fue terrible. «Han perdido las cosechas y se han encontrado con todo el ganado muerto. Por eso nuestra prioridad es solventar las necesidades básicas de agua y saneamiento. Tenemos en proyecto la construcción de 4.000 letrinas y de pozos, además de ofrecerles charlas informativas sobre higiene, esencial en este momento para evitar enfermedades», señala el joven, quien compara la tragedia con Ruanda, donde también participó en el dispositivo de emergencia. Las recientes visitas del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, y del secretario de Estado estadounidense, Collin Powell, a la capital, Jartum, no ha dado esperanzas a la población. «Son escépticos. Es lógico, porque esta situación no es nueva, llevan un año así y nadie se ha fijado en ellos. De todos modos nosotros esperamos que estos gestos sirvan al menos para agilizar la ayuda, aunque todavía es pronto para valorar». Miguel Ángel Rodríguez espera con impaciencia la llegada de refuerzos. Son cuatro cooperantes más, que viajarán hasta la zona desde Madrid para apoyarlos. Cuentan también con la ayuda de Naciones Unidas y de la Unión Europea, aunque reconocen que los recursos no son suficientes. Además, desde 1998, llevan a cabo un programa de apoyo paralelo destinado a las mujeres que sufren mutilación genital. «Todo es poco. Sudán va a depender de la ayuda humanitaria por lo menos durante dos años», explica. Respuesta tímida Miguel Ángel Rodríguez define Sudán como «el paradigma del conflicto olvidado». Critica la actitud de los gobiernos, «que sólo reparan en aquellos países donde tienen intereses económicos. Esta región está marginada y necesita ayuda urgentemente. Además, veinte años de guerra civil ha minado completamente la economía del país, que no puede levantarse solo», señala. Tampoco reciben donaciones de España. «Los españoles están respondiendo tímidamente» y aunque han entablado conversaciones con el Gobierno para que también actúe de alguna forma no han obtenido, hasta la fecha, respuestas concretas. «Todavía estamos a tiempo de evitar una catástrofe sin precedentes pero necesitamos ser rápidos y eficaces». Un trabajo que produce mucho estrés y que también deja secuelas entre los voluntarios, que cuando vuelven a sus países de origen se ven obligados a tratar con psicólogos para despojarse de la presión. «Es el síndrome del quemado. No se si esta vez recurriré pero sí tuve que hacerlo tras los atentados en Madrid del 11 de marzo. Aquí el trabajo es muy duro y estamos desbordados».

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