Diario de León

«Podíamos oír el ruido sordo de los cuerpos?al estrellarse contra el suelo»

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e.s. | corresponsal
León

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Un fuerte olor a quemado invadía a media mañana de ayer los alrededores de las Galerías Lafayette y el boulevar Haussman, paralelo a la calle de la Provence donde se produjo el siniestro. Pero eso y la presencia de barreras policiales en las perpendiculares eran los únicos síntomas de la tragedia que se había producido horas antes: la zona comercial próxima al antiguo palacio de la Ópera estaba, como todos los viernes abarrotada de gente haciendo compras. La calle Provence es estrecha y está llena de hoteles. En algunos de ellos se alquilan habitaciones por horas y fueron precisamente algunas de las prostitutas del barrio las primeras en darse cuenta del siniestro. Una de ellas contaba cómo vio impotente «a una mujer que se tiraba desde la ventana del cuarto piso y se estrellaba contra el suelo» y como escuchó los gritos de la gente que se agolpaba contra las ventanas pidiendo ayuda. Otra pudo ver desde la calle cómo algunos intentaban escapar por las ventanas de las buhardillas. «Uno lo logró rompiendo el cristal y saltando ensangrentado al edificio de al lado. Podíamos oír el ruido sordo de los cuerpos al estrellarse contra el asfalto», explicó. Primeros auxilios También ellas fueron las que organizaron los primeros auxilios a los heridos que los bomberos iban sacando por las ventanas. Junto a los vecinos, recogieron mantas y ropa de abrigo: «Muchos niños estaban heridos y no tenían con qué cubrirse». Stephan se encontró con los restos de la tragedia a las 8 de la mañana, cuando acudió a abrir su pequeño despacho de bocadillos griegos, a unos 20 metros del hotel. «Era un hotel modesto pero no un antro», asegura, y añade que nunca hubo problemas con los realojados por el ayuntamiento. «Aquí nos conocemos todos y la propietaria es una buena mujer». Lo mismo opina Seli Matua, una africana de 40 años que vivió en el hotel 10 meses con sus dos hijos. «Es una mujer muy amable y nosotros la llamábamos mamá; lo tenía todo limpio y siempre insistía en que no cocináramos en las habitaciones». En el improvisado campamento de apoyo psicológico e información montado junto a la próxima iglesia de la Trinidad, los amigos y familiares de las víctimas pro-testaban: «No necesitamos psicólogos, necesitamos información». Un originario de Mali que vivió en el París-Ópera con su mujer y sus dos hijos reconocía que «es mejor que nada, pero no se puede alojar a familias enteras en habitaciones de 20 metros cuadrados». Asegura que en el cuarto que ocuparon no había extintor de incendios. Allí mismo se concentraron ayer por la tarde varias asociaciones defensoras del derecho de los inmigrantes a ocupar un alojamiento digno. Afirman que son 6.000 las personas que viven en Francia en condiciones similares y exhortan a las autoridades a dejar de utilizar los hoteles turísticos »una medida costosa, precaria, inadaptada y peligrosa». El responsable municipal del distrito quiso evitar la polémica y recalcó que ésta «era sólo una medida de emergencia».

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