Diario de León

Luxemburgo mantiene su consulta sobre la Constitución el 10 de julio

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Domingos Sampedro - corresponsal | bruselas
León

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?l segundo país más pequeño de la UE, Luxemburgo (430.000 habitantes), está decidido a retarse a sí mismo y al desánimo generalizado que atenaza la Comunidad al mantener la fecha del 10 de julio para celebrar el referéndum sobre la Constitución europea. Con esta decisión, avanzada ayer por varios ministros pese al avance del no en los sondeos, el Gobierno del Gran Ducado pretende demostrar que el proyecto constitucional no está muerto ni congelado, como interpretaron no pocos países y medios de comunicación tras la cumbre europea del pasado fin de semana. La consulta de Luxemburgo, país fundador de la UE y que detentará la presidencia comunitaria hasta finales de mes, podría acabar dándole el golpe de gracia a la Carta Magna, en caso de que fuera rechazada, pero si la respuesta fuera sí, también podría marcar un punto de inflexión en la crisis que está sufriendo la UE. El referéndum, en cualquier caso, obligará a contener la respiración pues su resultado puede estar muy reñido. Aunque en Luxemburgo está prohibida la publicación de sondeos en el mes que precede a las elecciones, el primer ministro Jean-Claude Juncker presentó a sus colegas comunitarios, en el marco de la última cumbre de la Unión, unos sondeos no demasiado halagüeños. Avance del no La última encuesta, difundida a principios de junio, apuntaba que el no había remontado del 30% al 45% del electorado, como efecto del rechazo constitucional en Francia y los Países Bajos. Ahora bien, los expertos consideran que en un país tan pequeño, profundamente euro-peísta y que posee la renta más elevada de la Unión, el Gobier-no puede darle la vuelta a los resultados con una campaña intensa. Luxemburgo es, junto a Chipre, Estonia y Bélgica, uno de los socios comunitarios que decidieron mantener su calendario para ratificar la Consti-tución. Dinamarca, Portugal, Suecia y la República Checa optaron por el aplazamiento, un camino que también podría seguir Irlanda. Por su parte, el Gobierno alemán insistió en defender el proyecto de integración «política» europea, pero más allá de la reflexión sobre la gravedad de la crisis que atraviesa la UE el asunto se ha convertido en tema de debate en la precampaña electoral. El ministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, reafirmó a su regreso de Bruselas el punto de vista del Gobierno alemán que ve la crisis «como la más grave» vivida hasta ahora por la comunidad y teme incluso una división duradera en la misma, pero insiste en el carácter «irrenunciable» del proceso de integración y de ampliación. La Unión Europea, dijo Fischer en declaraciones a la prensa en su Ministerio, vive una crisis múltiple, una crisis de «reunificación» como consecuencia de la ampliación al este, en cierto modo comparable con la que vivió Alemania tras la caída del Muro, una crisis debida al miedo a la globalización y una crisis de identidad. Esta crisis de identidad gira en torno a la cuestión de saber qué «carácter debe adoptar la Europa ampliada, la de un mercado o la de una unión política, y nosotros estamos a favor de una Unión Política», agregó. Pero, por el momento, nadie sabe qué pasos hay que dar.

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