Un triunfo de la revolución bolivariana

La victoria de Evo Morales en Bolivia es, ante todo, un gran triunfo de la revolución bolivariana. El movimiento impulsado desde Venezuela por Hugo Chávez pasa ahora de ser un fenómeno nacional a convertirse en un proceso regional con serias opciones de extenderse a otros países. No en vano, en el año 2006 habrá diez elecciones presidenciales en Latinoamérica y en la mayoría de los casos será la izquierda la que parta como favorita. En Ecuador, las similitudes con el caso boliviano son evidentes. Allí también el movimiento indigenista es fortísimo y podría formar gobierno. En Perú, el Partido Nacionalista Peruano (PNP) cobra fuerza defendiendo las tesis bolivarianas. El recién nacido eje Caracas-La Paz actuará como un catalizador de los movimientos bolivarianos ya existentes en los países andinos e intensificará el proceso de integración económica y social de Latinoamérica que defiende Hugo Chávez y que ya ha logrado que Venezuela entre en Mercosur, que las empresas estatales petroleras de Argentina, Brasil y Venezuela se integren en una sociedad Petrosur y que se cree Telesur, un canal que algunos ya han bautizado como la Al-Yazira latinoamericana. La nueva alianza venezo-boliviana controlará las mayores reservas de petróleo y de gas natural existentes en Sudamérica y no sería de extrañar que en un futuro próximo, cuando Evo Morales haga efectiva su promesa de nacionalizar los hidrocarburos, la todopoderosa Petróleos de Venezuela empiece a operar en Bolivia. El nuevo Gobierno de La Paz podría de este modo permitirse el lujo de prescindir de buena parte de las multinacionales extranjeras existentes y empezar a sacarle provecho a las riquezas de su subsuelo. El presidente electo no oculta sus intenciones y ya ha afirmado que en su lucha «Bolivia no estará sola, pues contará con el apoyo de gobiernos y movimientos sociales de toda la región, que también impulsan la idea de Simón Bolívar de una patria grande Latinoamericana».