Diario de León

Europa quiere homologar la ayuda y saber si el sistema es eficaz

La UE denuncia que hay un exceso de oenegés en Indonesia

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Fernando Pescador - bruselas
León

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La Comisión Europea ha sido informada por sus agentes en Indonesia de que la ayuda humanitaria canalizada por la comunidad internacional hacia la isla de Java, para paliar los efectos del terremoto del pasado día 27 de mayo, es abundante pero que lo que más proliferan en la zona estos días son grupos «de asistencia humanitaria», que esperan convertirse en intermediarios para canalizar esa ayuda hacia la población, con propósitos no necesariamente altruistas. Es un fenómeno recurrente: las grandes catástrofes, con sus secuelas tremendas de seres humanos echados a calles y campos destartalados, generan enormes corrientes de solidaridad, según el análisis comunitario. El problema estriba en que quienes donan esas ayudas no disponen de infraestructuras sobre el terreno para distribuirlas. Ni ellos, ni los países en los que viven, que suelen limitar su aportación al flete -costoso- de aviones, civiles o militares, para encaminar la ayuda hacia su destino. La gestión en tierra de esa ayuda es harina de otro costal. Desplazar a personal propio, militares por ejemplo, cuesta un dineral, porque los requisitos homologados de funcionamiento de unidades de esas características comprenden una infraestructura y una logística costosas, además de un compromiso político que, muchas veces, no es soportable ni por quien quiere prestar el servicio, ni por el anfitrión. De modo que, al final, son las oenegés las que se ocupan de gestionar la solidaridad internacional, con la aquiescencia de las autoridades locales. Solidaridad con requisitos Oenegés las hay de muchos tipos: con trayectorias solventes y sin ellas. El problema estriba en que el control sobre las ONG no está homologado. La Comisión, por supuesto, exige la satisfacción de determinados requisitos para librar sus ayudas, que no son precisamente poca cosa: 15,8 millones el 24 de febrero para Zimbawe, 2 para Mozambique el 13 de marzo, 12 para Colombia el 28 de ese mes, y 118 para Aceh tres días después, 1,5 para Angola el 21 de abril y 70 para Somalia el 19 de mayo, sólo en lo que va de año. No existe una idea clara de la eficacia de esas operaciones. Se sabe -o se barrunta- que partes a veces sustanciales de las ayudas que la comunidad internacional encamina hacia poblaciones que sufren las consecuencias de una climatología adversa, o el hambre de las guerras, son monopolizadas por grupos locales que las venden en el mercado negro, a beneficio propio. Cuando no se las apropian los señores de la guerra que causan las hambrunas para provocar la solidaridad internacional, con la que alimentan a sus ejércitos. Mientras, 11.000 personas han sido evacuadas de las cercanías del volcán Merapi, el más activo de Indonesia, que ayer intensificó la expulsión de lava. La actividad del Merapi no ha dejado de aumentar en los últimos días y sobre todo después del destructivo terremoto que asoló a finales del mes pasado la región de Yogyakarta, en el centro de la isla de Java, con más de 6.000 muertos.

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