Diario de León

| Análisis | La estrategia del país islámico |

La lección de Sadam y Corea

Irán, en un exceso de confianza, cree que una actitud intransigente le dará mejores resultados en su duelo con EE.UU.

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Miguel Anxo Murado Cuando, hace unos días, Teherán rechazaba el «paquete de incentivos» que se le ofrecían a cambio de suspender su programa nuclear y permitir inspecciones, la palabra «desafío» llenó los titulares. Y sin embargo, vista objetivamente, la estrategia de los iraníes es la lógica dadas las circunstancias y dados los precedentes. En primer lugar está la ambigüedad con respecto a sus intenciones. ¿Van a construir los iraníes una bomba atómica o es sólo ingeniería civil? Nunca nos lo aclararán. Esa ambigüedad, mucho más que el arma nuclear, es el verdadero objetivo de todo este despliegue. La «ambigüedad nuclear» es, al fin y al cabo, el mismo arma que utilizó con éxito Israel durante años respecto a su propio programa nuclear (el término lo acuñó Simon Peres, introductor de la bomba atómica en Oriente Medio y Nobel de la Paz). En cuanto a la negativa a aceptar inspecciones, los iraníes tienen en el país de al lado a Sadam Hussein, quien abrió sus arsenales a la ONU y ahora espera en una celda de Bagdad a encontrarse con el pelotón de fusilamiento. Mientras, Corea del Norte agoniza en su enroque, pero con su régimen intacto. A Ahmadineyad ni siquiera le hace falta mirar a Corea, él mismo, con su intransigencia, ha logrado ya una oferta mejor que la que el moderado Jatami consiguiera en su momento. El por qué las reglas del juego son tan injustas, y tan peligrosas, es una pregunta interesante. Bazas para negociar Es a luz de todo esto que hay que interpretar la actitud de Irán. No quiere suspender su programa nuclear o permitir inspecciones porque ello le dejaría sin ninguna baza con la que negociar lo que en el fondo más le interesa: una garantía de que no será atacada. Al mismo tiempo, muestra su disposición al diálogo. Con ello intenta dividir a la comunidad internacional. Bastaría con hacer vacilar a Rusia o China para que no se aprueben las sanciones que Washington ya tiene preparadas. En todo caso, si las sanciones se hacen inevitables Irán cree que podrá seguir negociando y sacárselas de encima más adelante. Pero es que además en Teherán se vive un cierto optimismo por el vuelco experimentado en Oriente Medio, y para un místico y fanático como Ahmadineyad la derrota del ejército israelí en Líbano, sumado al desastre en Irak, tienen el aire de una profecía. Esa confianza, que podría llegar a ser suicida, es la que anima las espectaculares maniobras que está desarrollando el ejército iraní por todo el país. Mandoble de Zulquifar es el nombre clave que les han dado los militares, en recuerdo de la espada que el imam Ali llevó hasta la batalla de Siffin, en el siglo VII. Una batalla que, por cierto, terminó de manera pacífica por medio de un arbitraje. Esperemos que en este caso también sea así.

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