Diario de León

El presidente califica la protesta de racista por ser en contra del primer Gobierno indígena

La oposición pone en jaque a Morales con un paro que tilda de exitoso

Varios heridos en los choques entre afines y detractores del Ejecutivo boliviano

Varios partipantes en las protesta resultaron heridos en los enfrentamientos entre los dos bandos

Varios partipantes en las protesta resultaron heridos en los enfrentamientos entre los dos bandos

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efe | la paz

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La huelga llevada a cabo ayer en cuatro departamentos de Bolivia para exigir que el presidente Evo Morales respete la Constitución y las leyes fue, según sus promotores, un éxito, aunque el Gobierno la consideró un fracaso. «Este paro, hasta en el ámbito político, es un rotundo fracaso», dijo al mediodía la ministra de Gobierno (Interior), Alicia Muñoz. «El apoyo al paro es rotundo, masivo», había indicado previamente el presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Germán Antelo. «Sólo queremos que se restablezca el respeto a la legalidad», afirmó. La ministra señaló que la huelga sólo se cumple donde está «sustentada por grupos de jóvenes en estado de ebriedad, armados con palos, cadenas y armas cortantes» y en los lugares donde el tráfico está interrumpido es porque hay bloqueos de transportistas. En cambio, los prefectos (gobernadores electos) y otros dirigentes de Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni insistieron en que la huelga es casi total y denunciaron que los incidentes registrados por la mañana se debieron a provocaciones de grupos pro gubernamentales. Los canales de televisión bolivianos mostraron calles vacías en todas las principales ciudades de esas regiones y también golpes, forcejeos y heridos entre partidarios de la huelga y del Gobierno. El prefecto de Santa Cruz, la región más prospera de Bolivia, Rubén Costas, acusó a Morales de «arrastrar al país a una espiral de violencia» y de imponer un régimen «totalitario». Agregó que el paro «lo hacemos en defensa de la democracia», ante «la prepotencia y la soberbia» con que el oficialismo quiere imponer su mayoría en la Asamblea Constituyente. El presidente Morales dijo anoche que es una huelga racista contra el primer gobierno indígena de Bolivia. «Siento que es el odio y el desprecio al movimiento indígena y originario» lo que motiva la protesta, afirmó el mandatario, que antes había llamado a los opositores asesinos, traidores, masacradores, vendepatrias y basura. La huelga afecta a dos tercios del territorio boliviano y un tercio de la población, en regiones gobernadas por opositores y que reclaman desde hace años más autonomía. Esos cuatro departamentos suman el 42 por ciento del PIB y tienen el 85 por ciento de las reservas de hidrocarburos. Aparte de los choques entre partidarios de Morales y de la oposición, que dejaron un número no precisado de heridos, el incidente más grave ha sido el lanzamiento de dos bombas «molotov» contra la sede del Canal 7 de televisión, del Gobierno, en Santa Cruz, que impactaron en muros exteriores sin causar daños. La ministra Muñoz insistió en que hay «afanes conspirativos y separatistas» detrás la huelga, y pidió a su colega de Defensa, Walker San Miguel, que se investigue. «Este paro forzado, obligado, acompañado de la movilización de hordas fascistas tiene que ser investigado», agregó Muñoz. San Miguel negó que la Fuerzas Armadas hayan sido acuarteladas y dijo que se han limitado a rendir informes de la situación.

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