| Reportaje | Palestina honra a sus muertos |
Una ayuda vitalicia para las familias de los mártires
Librarse del asedio israelí y dejar la vida resuelta a sus padres, hermanos e hijos son, junto a los motivos religiosos, las razones que llevan a los palestinos a morir por la causa
Ramala. Dos niños eligen juguetes frente a un escaparate. Señalan una reproducción de una especie de kalashnikov, se ríen y dirigen su mirada hacia un fotomontaje que reproduce la imagen de un hombre armado que flota sobre un fondo lleno de mezquitas. El del cartel, a los ojos del pueblo palestino es un mártir, un hombre que murió por la liberalización de los territorios ocupados. Librarse del asedio israelí y garantizar el bienestar de su familia son las principales razones que les empujan a dar su vida por la causa. Las creencias religiosas les quitan el miedo a estallar en pedazos dentro de un autobús israelí, pero no son la única razón que les lleva a convertirse en suicidas. Aunque para ser mártir basta con morir a manos de los israelíes. Mohamed es uno de esos héroes del pueblo. Activista de Hamás, después de estar exiliado en el Líbano durante la primera Intifada, fue abatido en mayo del 2003 por un cohete israelí, junto con otros dos compañeros. Tres años después de su muerte, su madre, Taman, no ha dejado de orar por él ni un solo día. Tamán lo único que quiere es la paz: «Todos somos iguales, somos crianza de Dios», dice mirando al cielo. Morir por la causa supone que la subsistencia de la familia del mártir queda totalmente cubierta. «Reciben una ayuda mensual que puede alcanzar hasta los 500 dólares y les reconstruyen su casa», explican desde la oenegé española Paz Ahora, un organismo que cuenta con varios proyectos de desarrollo en Palestina. Pama y sus ocho hijos también reciben una ayuda estatal después de que mataran a su marido en octubre del 2001.