Diario de León

Los disparos se sucedieron en dos zonas del campus de la Universidad Politécnica de Virginia

Un tirador mata a 31 jóvenes en la peor matanza estudiantil de EE.UU.

Conmoción en todos los ámbitos del país en el que se vuelve a abrir el debate de las licencias de armas

Publicado por
Mercedes Gallego - nueva york
León

Creado:

Actualizado:

Los primeros disparos retumbaron en el edificio universitario y dejaron desconcertados a los alumnos de la clase de al lado. «Pensamos que el ruido podía proceder de alguna obra», recordó un estudiante. Pero el eco de las pistolas se hizo más fuerte y los alumnos se arremolinaron asustados al fondo de la clase. «Cuando alguien abrió la puerta y oímos tiros en el pasillo todo el mundo empezó a tirarse por la ventana». Así de estremecedor era el testimonio que Joshua daba este lunes a la cadena de televisión CNN, sin saber aún que al menos 31 de sus compañeros yacían muertos en las aulas que acababa de abandonar en medio de un ataque de pánico. Con los tobillos rotos, la adrenalina les permitió seguir corriendo como alma que lleva el diablo. Los cuerpos médicos habían atendido al menos a 29 personas. La policía intentaba esclarecer el lapsus de tiempo transcurrido entre los dos tiroteos que aparentemente tenían al mismo protagonista, que al final de la jornada resultó muerto sin que se sepa aún a manos de quien. Los primeros disparos había ocurrido poco después de las 7:00 horas, en uno de los edificios dormitorios, el West Ambler Johnston Hall, pero no fue hasta dos horas después cuando se produjo el grueso de la masacre, en otro edificio del campus que alberga a 25.000 estudiantes. Todo un cementerio El Norris Hall, donde están las clases de ingeniería, se convertiría en un auténtico cementerio del que los estudiantes huían despavoridos. El lunes por la noche todavía, Matt Waldron, daba fe de que él y muchos de sus compañeros seguían encerrados en sus habitaciones «nerviosos, muertos de hambre y sin poder creernos lo que ha pasado». «El incidente registrado en el campus de la Universidad Politécnica de Virginia, en la localidad de Blacksburg, era un tiroteo más de los muchos que ocurren en Estados Unidos, pero pronto habría de convertirse en la mayor tragedia universitaria de la historia de Estados Unidos. A lo largo del día, a medida que aparecía más cadáveres por los pasillos y aulas, el país se quedaría sin antecedentes con que compararlo. «Se trata de una tragedia de dimensiones monumentales», advirtió con tono fúnebre Charles Steger, presidente de esta universidad privada, cuando al fin recuperó el temple para hablar ante la prensa. Desde 1966 las universidades de Estados Unidos no se estremecían con tanta sangre. Pero los estudiantes del Politécnico de Virginia ni siquiera habían nacido entonces. La portavoz de la Casa Blanca Dana Perone dijo a la prensa que el presidente George W. Bush se había quedado «horrorizado» al conocer la noticia, de la que se le informó poco después del mediodía, cinco horas después de que empezara el tiroteo. En el senado, Harry Reid, líder de la mayoría demócrata detuvo la sesión para entonar desde el podium una plegaría tras un minuto de silencio. «Que encontremos la fuerza para encarar otra tragedia», exhortó compungido. Poco después la portavoz del Congreso, Nancy Pelosi, hacía lo propio en la Cámara de Diputados, mientras el presidente Bush se preparaba para dirigirse a la nación en pleno luto.

tracking