Diario de León

Y este cuento se acabó...

El Primer Ministro Británico, Blair, que hoy anunciará la fecha de su retirada, será recordado por la guerra pese a haber sido el artífice de la paz en el Ulster, el inventor de la tercera vía y un eficaz modernizador

La relación de Blair (izquierda) con Bush ha sido de lo más criticada

La relación de Blair (izquierda) con Bush ha sido de lo más criticada

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Enrique Clemente - efe | bruselascorresponsal | londresbruselasredacción

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Ha sido el artífice del histórico acuerdo de paz del Ulster, el inventor de la tercera vía (con la imprescindible guía de Anthony Giddens), el primer ministro más joven (43 años) desde 1812, el modernizador del Partido Laborista y de Gran Bretaña. Ha logrado tres victorias electorales consecutivas, es el laborista que más tiempo ha permanecido en el poder y su gestión doméstica ha sido más que notable en muchos aspectos. Sin embargo, Tony Blair, de 54 años, pasará a la historia como el primer ministro que atacó Irak a las órdenes de George W. Bush, el vasallo del todopoderoso y mediocre señor de la guerra, su «perro faldero». Por mucho que le disguste y le parezca injusto, su nombre quedará ligado para siempre a esa guerra ilegal y devastadora. Su final político no ha sido ni mucho menos el que hubiera deseado, el que marcaba el guión. Pero ese reduccionismo no es algo nuevo. Así, Felipe González está asociado a la corrupción y el GAL y Aznar a las mentiras de Irak y el 11-M. Winston Churchill, por ejemplo, tuvo más suerte: se le recordará como el valiente león que se enfrentó a Hitler, mientras sus lados más oscuros se han olvidado. El desastre iraquí marcó el principio de su ocaso político. Ha sido tan descomunal que ha eclipsado sus indiscutibles logros en varios terrenos, como el decenio de prosperidad económica de Gran Bretaña, la inversión masiva en educación y sanidad sin subir los impuestos directos, el establecimiento del salario mínimo, la autonomía de Gales y Escocia o la sabia combinación de economía de mercado y justicia social. Tras cumplir hace una semana diez años en el número 10 de Downing Street, Blair necesitaba la foto de Irlanda antes de concretar su marcha. Un éxito histórico después de sufrir un varapalo en las elecciones autonómicas de Escocia y Gales y en la locales de Inglaterra. Hoy anunciará la fecha de su retirada definitiva, pero seguirá como premier hasta que su partido nombre, con casi total seguridad, a su gran rival, Gordon Brown, como sucesor. Hubo un tiempo en el que todos los dirigentes europeos querían parecerse a aquel joven político, una especie de supermán que durante la primera mitad de su mandato se convirtió en referente europeo. Sin embargo, al finalizar su mandato sus cada vez más numerosos detractores aseguran que aquel político moralista, hombre de familia íntegro, ferviente creyente, carismático, seductor y brillante resultó ser un mentiroso. Eso es lo que más ha dañado su imagen, su obcecación en persuadir a la opinión pública de que Sadam tenía armas de destrucción masiva y era una amenaza inminente. El último escándalo de la venta de títulos nobiliarios a cambio de contribuciones, por el que tuvo que declarar, fue otro duro golpe.

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