Chávez zanja la polémica con el Rey y encauza las relaciones con España

La XVIII Cumbre Iberoamericana, que se celebrará el próximo octubre en El Salvador, es la primera ocasión prevista en la que el Rey de España y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, podrán verse y constatar personalmente la superación del distanciamiento en las relaciones entre ambos países. El primer paso para la normalización de esas relaciones lo dieron el viernes en Lima el jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y el presidente venezolano con una reunión de media hora en la que se pretendió que las consecuencias del incidente verbal entre don Juan Carlos y Chávez en Chile se convirtieran ya en «agua pasada». En la capital chilena y durante las sesiones de la cumbre iberoamericana celebrada allí el año pasado, el Rey mandó callar al presidente de Venezuela «¿por qué no te callas?», le espetó cuando interrumpía la intervención de Zapatero en el momento en que le pedía que retirara unas descalificaciones previas del ex jefe del Ejecutivo español José María Aznar. Ese incidente provocó una serie de declaraciones posteriores de Chávez que enfriaron la relación hispano-venezolana. Fuentes del Gobierno español, en declaraciones, se mostraron ayer satisfechas por el «palpable acercamiento» que supuso la reunión entre Rodríguez Zapatero y Chávez en Lima, donde coincidieron con motivo de la V Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, el Caribe y Unión Europea (ALC-UE). Al término de su entrevista, Zapatero, según informó su secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, consideró que había servido para dar «un primer paso para el restablecimiento y la normalización plena» de las relaciones bilaterales. En esa misma línea se expresó Chávez, quien dio por retomado el camino de las «excelentes relaciones» con España y pidió a Rodríguez Zapatero que trasladase un saludo a su «viejo amigo» el Rey. El Gobierno español está «enormemente satisfecho», según las fuentes citadas, de que se haya podido dar en Lima un «paso esencial» en la normalización de las relaciones.