Diario de León

Al menos 19 muertos en una reyerta entre los reos de un penal mexicano

El secretario de Seguridad Pública de Durango, Jorge Castillo, denuncia que las peleas continuarán mientras se mezclen presos comunes y del crimen organizado

Un vehículo militar sale del penal Gómez Palacio, en el que se han producido los incidentes.

Un vehículo militar sale del penal Gómez Palacio, en el que se han producido los incidentes.

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efe | méxico

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La cárcel número dos del municipio mexicano de Gómez Palacio, en el norteño estado de Durango, quedó ayer bajo control total de las autoridades tras la muerte de 19 reclusos en una reyerta que fue sofocada por las fuerzas de seguridad.

El secretario de Seguridad Pública de Durango, Jorge Castillo, precisó en declaraciones a medios mexicanos que 18 presos murieron al interior del penal y uno más cuando era trasladado a un hospital de la zona, y hubo 26 heridos, algunos de ellos graves.

El enfrentamiento, en el que se emplearon armas blancas y de fuego, se inició la tarde del viernes después de la hora de visitas, cuando los reclusos de las áreas de Control y de Indiciados se enfrentaron por espacio de cuatro horas, dijo Castillo.

«Lo que sucede en la calle, se reproduce en los penales», sostuvo el secretario de Seguridad Pública en referencia a la lucha sin cuartel que libran en México los cárteles de la droga por el control de territorios, mercados y rutas hacia Estados Unidos.

A juicio de Castillo, la situación en el penal de Gómez Palacio es ahora relativamente tranquila, pero «no deja de ser una bomba de tiempo» si se mantiene en este centro penitenciario a reos de delitos comunes y del crimen organizado.

Los penales de Durango «son centros de baja y mediana seguridad» y no están hechos para «atender internos de alta peligrosidad», puntualizó.

Cuando estalló la reyerta, la cárcel de Gómez Palacio, que abriga internos del fuero común y del federal, principalmente delincuentes del crimen organizado, fue rodeada por policías municipales, estatales, federales y por soldados del Ejército.

Los efectivos cruzaron disparos con algunos de los reos amotinados, los cuales prendieron fuego a un almacén, lo que elevó densas columnas de humo sobre el centro. Un helicóptero sobrevoló la zona y los bomberos arribaron al penal para apagar el incendio, mientras afuera de la cárcel decenas de familiares de los reclusos se iban amontonando frente a las rejas exigiendo información del estado de salud de sus allegados.

Al penal entraron entonces tanques y dos camiones con policías y soldados, además de ocho ambulancias y unidades del servicio médico forense, mientras en la calle se escuchaban disparos y al menos dos explosiones. Exasperados, los familiares de los reclusos lanzaron piedras contra los agentes enviados a la zona e intentaron ingresar a la fuerza a la penitenciaría.

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