San Froilán con pies de barro

No tiene los pies de barro la feria de la alfarería y la cerámica, aunque lo parezca por la materia que la nutre. La cita suma con esta 33 ediciones en las que se ha consolidado como referente nacional, como atestiguan los 40 artesanos de toda España, además de representantes de Portugal, que en esta ocasionan sientan su taller en la plaza de San Marcelo. Propuestas en las que se conjuga la tradición de los alfareros con la fantasía de los ceramistas, inmersos todos en la mezcla de poner belleza a lo útil y dar utilidad a lo bello. Un esfuerzo que, dentro del edificio consistorial, se puede observar en la exposición «Sueños», que cuenta con 24 piezas de Óscar Dueñas, Andrés Oslé y Giovanni Papi por las que ayer se paseó el alcalde, Emilio Gutiérrez.

Como testigo impenitente de la muestra se mantienen Valentín Peñín, de la Catedral del barro de Jiménez de Jamúz. A pie firme durante las 33 ediciones para defender la pervivencia de un oficio que, mamó desde pequeño. «Tengo 63 años y lo he vivido siempre. Mis dos tatarabuelos ya eran ceramistas. No sé ni la generación que soy», concede, al tiempo que subraya que «hay un futuro inmenso en la artesanía, pero el problema es que la gente no quiere aprender porque es difícil y trabajoso, ya que se necesita al menos 3 años con un maestro». «La gente prefiere las cosas fáciles», se despacha.

En este futuro inciden las ventas, que «han obligado a reajustar los precios y trabajar tres veces más para ganar tres veces menos». Una adaptación que no evita que, como reseña Peñín, entre las principales demandas de los compradores vuelvan a figurar «los botijos, como hace 20 años, las cazuelas y las potas, porque se vuelve a lo natural»; mientras que han descendido «todo lo relacionado con la matanza».

Una tradición que vuelve con fuerza por San Froilán. Las fiestas que, lejos de tener los pies de barro, encaran su segundo fin de semana festivo con más expectativas aún de visitantes.