Diario de León

Un negocio con tela que cortar

Unileo, que agrupa siete tiendas en León, recoge el reconocimiento al comercio tradicional por sus 50 años de crecimiento a partir de una fuerte estructura familiar.

José (primero por la derecha arriba) y Raquel (centro en la parte superior) junto a su equipo.

José (primero por la derecha arriba) y Raquel (centro en la parte superior) junto a su equipo.

Publicado por
a. caballero | león
León

Creado:

Actualizado:

Cuando se va a cumplir medio siglo del inicio del negocio, todavía le queda mucha tela que cortar a aquella primera tienda de textiles y menaje del hogar. Aquel germen de Fruela, surgido en León en 1963, que hoy se ha multiplicado en las otras cinco tiendas que comprenden el grupo Unileo: Leyko (1979), Kadal (1988), Javier Simorra —adquirida en el 2002 como Tusset y redefinida con el actual nombre en el 2010— y Diéguez y Diéguez Selección (2004). El buque que comanda la segunda generación de la familia. La «fortaleza de un equipo humano y profesional, la estructura empresarial capitalizada y sólida para afrontar tiempos difíciles y la oferta actualizada, acorde a los tiempos y enfocada a los clientes», como resume José Alija, gestor de la empresa junto a su hermana Raquel. Los valores que esta semana han sido reconocidos con el primer premio al comercio tradicional de la ciudad.

El grupo se erige como un faro familiar que ha resistido, frente a otras familias de orígenes textiles como Lubén o Lobato, gracias a que «ha tenido siempre como punto fuerte la adecuación a los hábitos del consumidor y adelantarse a los tiempos, lo que obliga a un cambio continuo», cita José Alija. Una renovación constante que pasó de «la venta de telas para confección» a la entrada «del pret a porter» que entró por la puerta de Fruela con «los polos de Lacoste y las gabardinas». Una apuesta que «se pensaban que iba a ser un fracaso», en un tiempo en el que todo el mundo acudía a las modistas, pero que abrió el horizonte de desarrollo «imparable desde los años 70» que vislumbraba el fundador de la saga, José Alija Carbajo.

Un negocio que «se mamó desde pequeños», como recuerdan Raquel y José Alija, quienes rememoran que «con 14 años había que ayudar a las rebajas, pero con sueldo y todo». «Nuestro padre quería que lo conociéramos, que viéramos cómo trabaja la gente», reseñan, mientras rememoran entre los consejos que les legó su padre que «el responsable siempre tiene que ser el primero y dar ejemplo, además de que es muy importante construir equipos y delegar, con una estructura muy horizontal en la que el equipo humano sepa que lo mejor vaya al proyecto, es lo mejor para ellos». «Hay gente que empezó aquí con 15 años y todavía está con nosotros. Nuestro equipo humano es una de nuestras fortalezas», subrayan, rodeados de personal y encargados de un grupo —en el que también hay diversificación inmobiliaria, financiera y de servicios informáticos— que cerró el año 2009 con una cifra de negocio de 7 millones de euros.

El camino aparece siempre jalonado por las decisiones del patriarca. Un emprendedor que «tuvo como otra de sus grandes anticipaciones pensar a los 50 años, no a los 80, cómo tejer una técnica de empresa familiar» para garantizar el relevo. El concepto para el cual «se formó con el IESE de Pamplona» y que terminó por definir «los compromisos de todos los hermanos». La estrategia con la que el padre consiguió que Raquel se incorporara en el año 1990 como directora de administración y, un año después, José volviera de Madrid, donde trabajaba en un banco, para colocarse al frente. Una estructura en la que, otros dos hermanos también economistas, y la mayor, ginecóloga, figuran como accionistas.

El «desafío» ahora, además de «superar la crisis», se centra en que «la empresa siga creciendo y ver si pasa a la siguiente generación». «Es el momento de pensarlo», advierte José. Como hizo su padre. Cuando aún queda mucha tela que cortar.

tracking