Diario de León

EL CRUCERO, DOS AÑOS SIN TREN. LOS PROYECTOS PARADOS

«Sólo pedimos que no nos olviden»

Dos años después de que se eliminara el histórico paso a nivel todo sigue igual en el barrio del Crucero, que pide que no se abandonen los proyectos de soterramiento y urbanización de calles pese a la crisis.

La antigua estación, ayer, en una imagen donde lo que más se percibe es abandono.

La antigua estación, ayer, en una imagen donde lo que más se percibe es abandono.

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manuel c. cachafeiro | león
León

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El 18 de marzo de 2011, la Mikado, la emblemática máquina de vapor de los ferroviarios leoneses, fue la última que atravesó el paso a nivel del Crucero. Ayudados por las autoridades, encabezadas por el entonces ministro de Fomento, el socialista José Blanco, varios operarios se llevaron las barreras que tantas veces bajaron y subieron para dejar pasar el tren tras cortarlas con una radial, como testimonio de una época que acababa y una nueva etapa por vivir.

Pero dos años después, con la zona ya asfaltada como una parte más de la avenida de Doctor Fleming y los muros levantados para que no sea vean las viejas vías, el Crucero y el barrio de la Vega apenas han percibido el cambio. Los mismos negocios, sino más, cerrados. El tráfico es casi el mismo, salvo que no tiene que parar para que pase el tren...

«Lo vemos muy bien. Se quitó un peligro para los peatones y para los coches como era el paso a nivel. Fue bueno para el tráfico y la seguridad, pero hay mucho por hacer. Sólo hay que ver cómo ha quedado la zona de la Azucarera. Habría que acabarlo. Sólo pedimos que no se olviden los grandes proyectos que se diseñaron para toda esta zona», reclama el presidente de la asociación de vecinos de Quevedo, Antonio Pastor.

El mejor ejemplo de esa parálisis es que, dos años después, León ha pasado de ser un cruce neurálgico hacia Asturias, Galicia y la Meseta a ser un fondo de saco donde los trenes necesitan 14 minutos más de viaje para incorporarse a los grandes corredores de transporte del Noroeste.

La crisis económica se ha llevado por delante los sueños de una parte de León que pensaba que la eliminación del paso a nivel del Crucero sería el principio del fin de su aislamiento y marginación. Manifestaciones masivas, fotos en blanco y negro... El León que creció al calor del ferrocarril y una incipiente industria, que levantó primero casas bajas y creció hacia arriba en los 60 y 70 del siglo pasado, hoy languidece con los mismos problemas que antes de que se bajara por última vez la histórica barrera. Lo único bueno, la seguridad para los peatones y los coches.

El tren y la azucarera Santa Elvira dieron mucho trabajo al barrio. Pero mirando ahora al Palacio de Congresos, el proyecto del arquitecto francés Dominique Perrault, sólo se ven parcelas sin edificar. Nada que ver con la «fábrica encendida» llamada a ser un reencuentro entre las dos ciudades. «El Crucero -decía Perrault en la firma de su proyecto- ha vivido como un miembro amputado por la vía del ferrocarril y ahora tiene la oportunidad de injertarse de nuevo en la vida de la ciudad». Buenas palabras. Discursos como los que aquella mañana del 18 de marzo de 2011. Todos hablaron de futuro, de la oportunidad que se abría, pero lejos de amainar, la crisis sopla cada vez más fuerte. El Crucero dio el primer paso, pero sigue sin tener suerte, reconocen el presidente de la asociación de vecinos Quevedo, Antonio Pastor, y el responsable de la agrupación de comercios del barrio, Dalmacio Castro. «El principal problema ha sido la crisis».

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