Diario de León

Ramiro González: «Nos llevó la desesperación y lo pagamos pero esperamos poder trabajar en breve»

Este camionero leonés en Sierra Leona pasa unas semanas de descanso junto a su familia tras un «calvario» de casi 11 meses que espera ver concluido a su regreso a Freetowwn

Ramiro González.

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Con 54 años recién cumplidos y 12 de experiencia como transportista, este padre de familia numerosa lleva una semana disfrutando del regreso temporal a su pueblo, Boñar, después de un más que complicado 2013 en Sierra Leona. El grupo de españoles que quedó 'atrapado' tras un fallido contrato laboral que ellos califican de estafa en toda regla, espera que en breve comience a funcionar la empresa que están poniendo en marcha en aquel país. Confía en que, un año después de lo previsto, puedan por fin ganarse la vida en el continente negro, al que se fueron empujados por la crisis y convencidos de poder lograr un sustento que hasta ahora se les ha resistido.

¿Quién o qué les llevó a viajar miles de kilómetros y por qué a Sierra Leona?

Nos empujó la necesidad y nadie más. Fue una decisión propia porque según estaba la situación laboral... Era una oferta que nos pareció que venía de una persona seria, honrada y honorable y al final fue todo lo contrario.

A punto de terminar el año que ha vivido en Sierra Leona, ¿Cómo resume su caso y el de sus compañeros?

Es un calvario que ha durado diez meses y medio. Dicen que de todo se saca algo positivo pero yo positivo no he sacado nada de esto. Es una experiencia muy dura y mala.

¿Qué consejo le da a quien como ustedes decida irse a buscar la vida fuera de España?

A otros sitios, no sé, pero concretamente a África, por experiencia y por la de otra gente en otros países del continente, les diría que antes de ir y de llevar ningún medio mecánico fueran ellos a planificar y buscasen un buen abogado. Y si no, que se queden donde está, que África no es tierra para descubrir.

Pero Sierra Leona es un país con oportunidades laborales...

Sí, son inmensas, específicamente Sierra Leona es un país casi virgen. Pero siempre hay que estar bajo un asesoramiento adecuado. Hay que ir preparado, cosa que nosotros no hicimos. Nos llevó la desesperación y, claro, así lo pagamos.

¿Sus familias eran conscientes de su situación real?

Eran conscientes de lo que les contábamos, que no era mucho porque como no era muy agradable ni fácil de digerir, se lo decíamos a cuentagotas, sin engañar pero no contándoles muchas cosas que no se pueden contar y que quedarán guardadas. Hemos salido bien de esta pero hay que olvidar ciertas cosas.

Perdieron mucho peso, ¿Pasaron necesidad o hambre?

Hambre no pero necesidad sí, en el sentido de, por ejemplo, querer comer algo que necesitabas y no que no tenías. Allí es sota, caballo y rey: arroz, arroz y arroz. Adelgazamos mucho porque no comes nada de grasa -que en mi caso me vino bien- y supongo que también por la ansiedad, el nerviosismo y porque vivimos mucha tensión.

¿Llegaron a tener miedo?

Igual sí que se le puede llamar miedo. Hubo momentos realmente duros. Si no miedo, algo muy parecido.

¿Se han planteado dejar los ocho vehículos con lo que viajaron allí y volver, sin más, definitivamente a España?

Rotundamente, no. Yo tuve claro a lo que iba e igual alguno de mis compañeros lo pensó. Yo no.

Para que me sacaran el billete para venir ahora a España puse como condición que fuera de ida y vuelta. Yo no abandono lo mío. Es muy duro dejar a la familia y todo pero hay que luchar.

¿Se ha encontrado algo que no esperaba a su regreso, para bien o para mal?

Al llegar todo han sido sorpresas agradables y cariño por parte de la gente y estoy súper-agradecido.

¿Ha sido 2013 su año más difícil?

El más complicado, sin duda, pero con mucha diferencia. Ha sido un año que no se puede borrar. Pero este mes está siendo más que bueno.

¿Qué es lo que peor ha llevado?

El estar lejos de la familia. El no poder decir “estoy bien y feliz y os puedo solucionar la vida”. Era todo al contrario, dame, dame y dame. Eso es lo que peor llevé de estos 11 meses. Es muy duro.

Fue todo al revés de lo que estaba planeado. Pensábamos que íbamos a solucionar nuestro futuro y todo empeoró.

¿Cómo vivieron desde Sierra Leona los diversos gestos de apoyo recibidos y la movilización mediática sobre su caso?

Fue increíble. Nos llegó en el momento justo. Era un momento de desesperación máxima, estábamos con los nervios prácticamente rotos. Había no enfrentamientos pero muchos sinsabores y penurias que nos llevaban a no estar de acuerdo en muchas cosas. Ese SOS que mandamos a la gente, a los seres queridos, a la prensa... Sin eso no hubiéramos conseguido nada. Estábamos, diríamos, clínicamente muertos.

Desde la distancia, ¿Qué espera encontrar a su regreso a Sierra Leona y cómo cree que será 2014?

Espero que tengamos los camiones a punto y podamos empezar nuestra vida laboral normal como hubiéramos querido cuando fuimos. Pero será un ir y venir, a partir de ahora, mientras no se arregle la situación económica en España. Nosotros no fuimos buscando negocio sino una salida laboral.

Ahora tenemos muchas vías abiertas, nuestros camiones pueden hacer distintos trabajos y estamos preparados para hacer cualquiera de ellos.

¿Cómo se van a organizar?

Una de las primeras cosas que hicimos, el primer gasto que nos costó un sacrificio enorme, fue hacer una empresa creada allí. Está legalizada y sólo tenemos que llegar, que nos den nuestros camiones y empezar a trabajar allí. Es una especie de cooperativa.

¿Qué va a llevar en la maleta, sí o sí, cuando regrese?

Si pudiera una pistola (risas). Lo mismo que ahora cuando vine puse como condición la vuelta, ahora voy a sacar el billete de regreso. Si la cosa sale bien, seguiremos allí y si no, estaré el tiempo que estime y si siguen los problemas, regreso a España y fin de la aventura.

¿Se pone un plazo para ese objetivo?

No será muy largo, hasta la primavera. Pero espero que ya tengamos trabajo y que incluso tengamos que adelantar la vuelta. Creo, espero y confío en que nos devuelvan los camiones de una vez.

Diga lo más bonito que le ha pasado estos días...

Todo. Los besos de mi hija. El cariño de la gente de este pueblo. Son un privilegiado por pertenecer a este pueblo, de Boñar y toda su comarca. Tengo que llevar un trocito de ellos porque lo que me está pasando es increíble. No paran los gestos de ánimo y de cariño. También me dicen que no vuelva.

¿Ha aprendido de sí mismo o del ser humano algo que desconociera?

Yo no era una persona muy impaciente y he aprendido a tener paciencia hasta límites increíbles.

Me lo dice mi familia, que sabe de mi carácter. Con el tipo de gente con la que hemos tratado tenía que ser así.

¿Cómo titularía usted una película sobre lo que les ha ocurrido?

Casi se puede escribir una enciclopedia... Sería un libro... 'Al final del camino siempre hay una luz'. Con esa idea vuelvo.

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