«Lo tengo crudo y, como yo, mucha gente más»

Guarda la atmósfera de la sastrería-camisería que su padre abrió en 1952 en plena Calle Ancha. Traspasar la puerta de este tradicional negocio traslada al mimo y cuidado de la confección de las prendas de calidad de antaño. Su hija, Carmen Roberto, trata de mantener la esencia de la labor que heredó de su progenitor, aunque ahora vive preocupada por el futuro de esta camisería con solera. Tiene renta antigua, debe negociar con el propietario del local el nuevo alquiler, en una de las zonas de la ciudad con más caché y donde los negocios nuevos pagan precios por las nubes.

«Lo tengo crudo y, como yo, mucha gente en mi misma situación», reconoce Carmen. Está convencida de que la obligación de renegociar el precio del alquiler a comercios de toda la vida obligará a algunos a cerrar.

«El comercio ha bajado mucho en los últimos años con la crisis. Ahora pagan más las franquicias hosteleras en esta calle y los propietarios buscan este tipo de clientes».

Roberto Camisería mantiene clientes de la época de su fundador y a su mostrador llegan también turistas. Las corbatas y las camisas de confección tradicional son un señuelo en el escaparate para los amantes de las prendas bien hechas.