Diario de León

RELEVO EN LA IGLESIA

León impulsa las vocaciones al sacerdocio

Con dos seminarios, la diócesis leonesa forma este curso a 23 futuros presbíteros y prevé dos ordenaciones para 2015. Pese a que la Diócesis de León sólo cuenta en la actualidad con 280 sacerdotes, 162 en activo, y una media de edad de 64,9 años —en 2007 tenía 343— tanto el Seminario Conciliar San Froilán como el Redemptoris Mater Virgen del Camino reciben cada año nuevos seminaristas dispuestos a regenerar el clero. Un oasis en pleno desierto vocacional

Cuatro de los seis seminaristas que integran el Seminario Conciliar San Froilán han nacido en León

Cuatro de los seis seminaristas que integran el Seminario Conciliar San Froilán han nacido en León

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PABLO RIOJA | LEÓN
León

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Grande, dispersa y con unos ‘obreros’ cada vez más envejecidos. Así dibujan los datos a una Diócesis de León que pone su esperanza en los 23 seminaristas que este curso se forman en los dos seminarios de la capital: 6 en el caso del Seminario Conciliar San Froilán y 17 en el Redemptoris Mater Virgen del Camino. Un oasis en pleno desierto vocacional que promete repoblar a medio y largo plazo las 756 parroquias, 19 filiales y 35 anejos que conforman la planta diocesana leonesa. O al menos, parte de ella.

Pero aunque hay motivos para una esperanza futura, lo cierto es que de los 280 sacerdotes que pertenecen a la diócesis en la actualidad, sólo 162 se encuentran en activo y su media de edad, 64,9 años, habla de un clero al que le urge una pronta regeneración. En 2007 la cifra de presbíteros censados en León era de 343 y desde entonces la tendencia, como en el resto del país, se mantiene a la baja. El último sacerdote en sumarse a la mies leonesa fue el guatemalteco Juan Andrés Girón Baldizón el pasado año y, si todo va según lo previsto, a lo largo de este 2015 se ordenarán otros dos seminaristas más, como aseguran desde el Obispado. Pasos cortos, pero firmes. Esa es la estrategia planteada desde un principio por el obispo de León, Julián López, empeñado en que ninguno de sus feligreses se quede huérfano de palabra de Dios por lejos que esté.

Y eso que las travesías que viven algunos de los sacerdotes para realizar su trabajo pastoral en el área rural son, cuanto menos, dignas de tener en cuenta. Uno de los párrocos que sirve en la montaña occidental tiene a su cargo 19 pueblos que atiende en dos grupos con tres misas los sábados y cuatro los domingos. Periplo que le lleva a recorrer cada día unos 50 kilómetros. Otro ejemplo, en el sur de la provincia, es el de un sacerdote al frente de 9 pueblos. En su caso cuenta con el apoyo de varios seglares que llevan a cabo la celebración de la Palabra en aquellas localidades a las que no le da tiempo a llegar. Lugares afectados en su gran mayoría por la despoblación y el envejecimiento donde se continúa transmitiendo el mensaje de la Iglesia. La consigna es, comentan algunos de estos curas viajeros, acercar los sacramentos a la gente pero sobre todo «permanecer a su lado, atender sus necesidades, escucharles», matizan.

Una de las peculiaridades que se dan dentro de la Diócesis de León, único caso en la Comunidad junto al de Burgos, es la coexistencia de dos seminarios en la misma ciudad. Ambos acogen a jóvenes dispuestos «a dar la vida por anunciar el Evangelio», dicen. Al contrario que ocurría el pasado siglo, donde casi el 100% de los aspirantes a sacerdotes habían nacido en la provincia o en algún lugar de España hoy, de los 23 seminaristas que cursan sus estudios en la capital, tan sólo 4 son leoneses, el resto pertenecen a países tan dispares como Estados Unidos, Polonia, Costa Rica, Bolivia, Perú, Haití, República Dominicana, Colombia o Líbano. Una circunstancia que se debe, en gran medida, al carácter internacional que impregna el Redemptoris Mater Virgen del Camino.

Guillermo Álvarez es uno de los cuatro jóvenes nacidos en León que discierne su vocación sacerdotal dentro del Seminario Conciliar San Froilán. Tiene 30 años y comenzó sus estudios en 2010. Desde entonces vive su particular elección «con naturalidad» sabedor de que su camino hacia el presbiterado es «largo» y en ocasiones difícil. Su arma principal a la hora de combatir contra sus propias dudas y las tentaciones externas es la oración. «Sin ella nada tiene sentido». Otro ejemplo es el de José Farraj, un seminarista libanés casi recién llegado a la capital que forma parte del Redemptoris Mater Virgen del Camino. Una de sus principales motivaciones para perseguir su vocación al sacerdocio es la necesidad de ayudar a las familias. «La familia en Europa sufre una crisis profunda y está muy atacada. Cada miembro hace su camino sin que Dios esté presente. Creo que podemos darles una palabra y un testimonio importante», señala.

Raymon Acosta, por su parte, tiene 19 años y proviene de la República Dominicana. «Allí vivía en un barrio complicado y he podido contemplar el sufrimiento de la gente, un dolor que sólo Jesucristo puede sanar».

Sobre cómo se ven ellos —sacerdotes del mañana— todos coinciden en cumplir las palabras dichas por el papa Francisco. «Debemos ser pastores, no funcionarios, predicar con el ejemplo y estar siempre disponibles».

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