Diario de León

RADIOGRAFÍA AL BARRIO

El Crucero no sale del paso

El barrio cumple dos años sin las barreras del tren a la espera de que el nuevo proyecto de integración cumpla con las expectativas de transformación urbana

Un muro decorado con un grafiti artístico separa la vía de la carretera, con la antigua casilla del vigilante cerrada

Un muro decorado con un grafiti artístico separa la vía de la carretera, con la antigua casilla del vigilante cerrada

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ÁLVARO CABALLERO | LEÓN
León

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Si se mira hacia arriba todavía se ven los cables que sobrevuelan las cabezas. Por ahí, por ese rastro trenzado de cobre, se sigue el testimonio de lo que fue el paso a nivel del Crucero: la barrera que se bajaba y se levantaba casi medio centenar de veces al día por el paso de los trenes, que empezaron a cruzar la ciudad el 16 de febrero de 1866. «Hasta 15 minutos he estado yo ahí esperando con la prisa que llevaba siempre», recuerda Ángel Blanco, mientras da la espalda a la herida que se cauterizó mañana hace cuatro años. «Cuatro años perdidos», sentencian los responsables de la Asociación de Amigos del Ferrocarril (Alaf) para resumir el mandato completo que se cierra sin que se haya avanzado en la integración ferroviaria de la alta velocidad que se anunció que no tendría freno.

Pero desde aquella mañana en la que el entonces ministro de Fomento, José Blanco, se hizo la foto con la barrera en los brazos, a pesar de haber congelado el avance de la alta velocidad a León, apenas se levantaron los dos muros que aíslan de las vías, se encargó que se decoraran con grafitis, se pusieron delante los contenedores del reciclado, se colocaron dos banco para sentarse, se quitó la pasarela de los Quebrantos y se prolongó Ordoño II hasta comunicar con Doctor Fleming. «Pero aquí no hay vida ninguna», resume Antonio Peláez, mientras bracea para explicar que «abren una tienda ahí y la cierran a los cuatro días; estrenan un bar allá la semana pasada y ya no está». «No ha cambiado nada, así que el trabajo continuará igual», insiste, mientras carga la ironía para conceder que «tenían que volver a ponerlo todo como estaba antes». «Para lo que se lo agradeció la gente del barrio después en las elecciones», deja caer como recuerdo de los resultados de las elecciones municipales de 2011, cuando los socialistas perdieron en el recuento de todas las mesas del Crucero apenas dos meses después de que se cumpliera con la obsesión de eliminar el paso a nivel.

Aunque «sí que ha sido bueno para el barrio», insiste Vicen Moreda, que reseña que más allá de la agilidad para los coches «se han puesto más autobuses» y se «ha acabado con la molestia que suponía el paso de los trenes». «Pero no sé todavía si no volverán a hacer que pasen. Si hay que hacer recortes, lo más fácil y lo más barato es restaurar lo que había, que poco se tarda en poner las vías», recela la vecina del Crucero, quien reclama que se cumpla con «el soterramiento del tren hasta San Andrés» como estaba recogido en el plan que se archivó.

Aunque ya esté descartado el soterramiento de los 2,6 kilómetros, que «suponían una inversión de 600 millones de euros que no había de dónde sacar», Alaf muestra su «esperanza de que esta vez se vaya hacia adelante» de acuerdo al proyecto que tiene sobre la mesa el Ministerio de Fomento: unos planos en los que, en una primera fase, se dibuja ampliar la estación provisional para dar acceso al andén bajo nivel, que el tren cruce en trinchera hasta los talleres de Renfe del barrio de La Sal, pero con dos pasos en la prolongación de Ordoño II y el cruce de Doctor Fleming. «Hasta ahora, lo único que se ha logrado es llegar más rápido a Ordoño», conceden, sin desaprovechar la ocasión para criticar que el entorno «cuenta con un urbanismo de los años 70 en el que no hay calles, sino carreteras y, encima, llenas de baches».

No importa, apunta Eva López, que recalca que «el Crucero siempre ha tenido vida» y argumenta que la falta de reacción derivada de la supresión del paso a nivel se debe a que «son malos tiempos». «La gente siempre se quejaba», cita en la tienda de deportes en la que trabaja, justo en el límite donde antes se abrían las vías. «Es una comodidad. Ahora no hay que esperar, pero lo tienen poco cuidado y se acumula la basura», abunda Noelia Justicia, al tiempo que cita que «hay más circulación». Ya no pasa el tren, pero el Crucero sigue sin salir del paso.

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