Diario de León

PAPONA DE ACERA

Calle León

Las Palmas, el Dainos, la Redención y el Gran Poder salen hoy en procesión

Uno de los miembros de las cofradías de la Sobarriba que mantienen la tradición de acudir a la procesión del Dainos con una hogaza de pan, como se hizo secularmente

Uno de los miembros de las cofradías de la Sobarriba que mantienen la tradición de acudir a la procesión del Dainos con una hogaza de pan, como se hizo secularmente

León

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  Llegarán las gentes de la Sobarriba con su orgullo ancestral. Vendrán como venían, con la dignidad de pertenecer a una estirpe de lucha y ayuda, bregada en la defensa de los débiles, alzados en batalla con los poderosos, con los cabildos capitalinos, ellos que eran pueblo. Vendrán como venían, rogando sin suplicar por sus derechos y libertad. Llegarán los descendientes de la santa Hermandad de la Sobarriba, una historia escrita de auxilio y solidaridad con los perseguidos, y le rezarán como siempre hicieron al hombre crucificado, y se permitirán cantar su ‘dainos’ en lugar de ‘dadnos’. Y tendrá que callarse la ciudad y sus gentes.

Llegarán los mozos y mozas de la estepa leonesa, de la tierra ‘supra ripa’, de la planicie elevada sobre los ríos leoneses, territorio entre el Esla, el Torío y el Bernesga. Vendán con su secular letanía y le desgranarán su soniquete sin complejos al Cristo. Sabrá León que han llegado pues antes de la procesión, en el crucero de la plaza del Grano, se reunirán, de luto y costumbre, todas las cofradías de la Sobarriba. Con sus estandartes y pendonetas. Con sus dejes y sus hogazas de buen pan, tan sabroso que bien mereciera haber sido sustento en la santa cena, en la que dicen que Jesús bebió de la copa, del Santo Grial que se conserva en la basílica de San Isidoro, aquí en León. Y desde la plaza en la que se comerció antaño con las simientes, partirá la comitiva tras rezar la Salve, y en cortejo procesional de dulzaina y tamboril avanzará por Herreros, por Puerta Moneda y las Cercas hasta llegar al convento franciscano, la regla que creó el santo de los pobres. A dónde iban a llegar si no.

De la iglesia de los Capuchinos arrancará su procesión, la del Dainos, la de la cofradía del Silencio, la de la Orden Franciscana Seglar, y se estremecerá la vieja urbe a su paso. Sólo un ruego. «Por tu santísima muerte, dainos Señor buena muerte».

Esperará en las Carbajalas otra cofradía a que pase el Dainos. Dentro, encerrada entre muros. Hecho el juramento del silencio, bajados los capillos, atentos a las campanas del Mercado que voltearán para avisar del paso del Cristo. Sólo entonces, el secretario de la Redención dará tres golpes secos en el portón del convento y a la voz de ‘a vosotros os llamo’ saldrá la procesión.

Tomarán las calles del León más antiguo el sonido del raseo de los papones y su horquetas. Se apoyarán los braceros en antigua tradición, de cuando los pasos no llevaban tentemozos, de cuando todo estuvo a punto de desaparecer.

Antes, con la tarde recién estrenada, saldrá el Gran Poder con sus Apóstoles, que un día estuvieron en al altar de la Catedral, con su ruego eterno de que el cielo sea clemente, con su súplica de que este año puedan terminar la procesión.

Atrás quedará una mañana de júbilo. Llenas las calles de algarabía infantil, seguida la Borriquilla a paso de asno por el obispo y la Corporación Municipal, sombreada la ciudad con ramos y palmas, cumplido el viejo rito de estrenar en Domingo de Ramos, atentos al refrán popular, el que rezaba que quien no lo hiciera no debía tener ni pies ni manos, pendientes de ir corriendo a casa del padrino, de la madrina, a llevarle la palma a cambio de aguinaldo para que él, ella, colgaran la rama en el balcón durante un año, bendita protección contra los malos augurios, y después la convirtieran en polvo en Miércoles de Ceniza, y si el ahijado llevara la palma, el Domingo de Resurreción, antes del desayuno, tendrá el infante un huevo de pascua, chocolate hecho tradición. Y así un año y otro. Una década después de otra. Herencia centenaria de León.

Se hará tarde de silencio y se encaminará la ciudad hacia su cuarto día. Como desde hace quinientos años. Por los siglos de los siglos.

Las procesiones de hoy

 

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