SOLIDARIDAD SOCIAL
Niños de arena y guerra
León recibe a 20 menores saharauis y, por primera vez, a una niña ucraniana. Necesitan un respiro. Llegan a León en los años clave para su desarrollo físico y psicológico. Veinte menores procedentes del Sáhara descansan desde ayer en casas leonesas. Familias que han dado un paso adelante para acoger, cuidar y dar cariño a quien más lo necesita cuando más lo necesita. Este año, por primera vez, pisa suelo leonés una menor procedente de Ucrania
León es un respiro contra la arena y la guerra. Por primera vez pisa suelo leonés un menor ucraniano. Viktoriya tiene 8 años y procede de Rzhishchiv, cerca de Kiev. Pasará en León el verano gracias a una familia leonesa, Camino Alonso y Luis Javier González ya tienen a la pequeña en su casa. Los primeros días son un ajetreo constante de adaptación tanto para la niña como para la familia, que tienen dos hijos biológicos y uno adoptado. Las familias corren con los gastos del viaje, el arreglo del papeleo y la manutención y vestido de los menores.
Viktoriya es la primera que llega a León procedente de Ucrania, pero otra familia leonesa acoge en Valladolid a dos hermanas de este mismo país. Marta y Alfonso son de Boñar y este año han acogido en su casa a Angelina, de ocho años, que ya vino el año pasado, y Yulia, su hermana, de 13. «Allí viven con la abuela. Su madre murió y nadie sabe dónde está su padre. La experiencia es muy buena. Tenemos otra niña de cuatro años y juegan mucho».
La asociación Asped gestiona la llegada de veinte niños saharauis a León. Raúl Pérez y Mari Luz González cuidan desde ayer de Salama y Mbarka, de 12 años. «Nos gustan. No vemos nada negativo en esta experiencia. Si no es por este proyecto no salen nunca de allí». Todas las familias coinciden en el «respeto, cariño y obediencia» de los menores. «Su educación es la de respetar». Abrazan y conquistan. «Tiene un comportamiento genial», dicen los padres leoneses de Elhes, Esther Abarquero y David Alonso. «No tenemos más hijos y nos gustaría que se quedara, pero tiene que ser una decisión de él con aprobación de la familia».
Lisardo Carreño y su mujer conocieron a Nayat en Samara, un asentamiento saharaui situado en una zona a la que fueron para correr un maratón. «La señora de la familia tiene cinco nietas y una estaba en lista de espera para venir de vacaciones. Arreglamos los papeles. Tiene once años y parece que se siente extraña al ser la pequeña porque yo tengo dos hijas con 13 y 22 años. Cuando se va lleva cargada la maleta».
La presidenta de la asociación, Lourdes Magaz, recibe, por tercer año, a Elbar, un niño de 11 años. «Llegué a esto por motivos personales. Mi hija se fue al Sáhara de cooperante hace seis años y nos mostró la situación lamentable en la que estaban».
El verano en León les ayuda a fortalecer su salud. «La convivencia es muy buena. La mayoría son muy educados, respetan a los mayores y todos los problemas que hay al principio se solucionan pronto».