Diario de León

EL IMPACTO DE LA OLA DE FRÍO

El frío abarrota los albergues sociales

León se moviliza ante la ola de frío para atender a decenas de indigentes Ni los servicios asistenciales ni la intervención policial logran convencer a una veintena de ellos que siguen en las calles por decisión propia o por incumplir requisitos.

Las noches se hacen algo más cortas para los transeúntes gracias al servicio que presta Calor y Café.

Las noches se hacen algo más cortas para los transeúntes gracias al servicio que presta Calor y Café.

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álvaro caballero | león

A las 20.00 horas arranca hoy de Alcalde Miguel Castaño la Churrera. La antigua ambulancia, ‘tuneada’ como vehículo de intervención cargado con bebidas calientes, mantas, sacos de dormir y material de higiene, tiene ruta marcada, aunque también surgen paradas. Las estaciones del trayecto están en cajeros, en entradas de comercios que hacen un poco de pasillo para resguardarse, entre cartones y mantas, en naves abandonadas por las que corre el viento, bajo los aleros de grandes edificios públicos y hasta dentro de coches aparcados en mitad de la calle. Son entre 20 y 25 de media por noche, como apunta Guiomar Fernández, responsable de la unidad de emergencia social del plan de atención integral a personas sin hogar de Cruz Roja. Tantas como ciudadanos que no tienen una casa en la que dormir esta noche, cuando la previsión anuncia temperaturas de 7 grados bajo cero a última hora de la madrugada, mientras los servicios sociales entran en alerta para intervenir.

A resguardo quedan otros 54 que conseguirán plaza en las tres dependencias de asistencia social que hay en la capital leonesa: Calor y Café, que cuenta con 20 camas, la Casa Hogar de San Vicente de Paúl, que dispone de 13 plazas, y el hogar municipal del transeúnte, que cuenta con capacidad para 21 personas. «Hoy hay 4 huecos libres, dos para hombres y dos para mujeres, en el centro, y la habitación de familias en la casa hogar. Pero desde mañana y sobre todo a partir del fin de semana, vamos a estar completos», augura Pablo Paredes, trabajador social de la Sociedad San Vicente de Paúl, que atiende las dos primeras instalaciones. «Si hace falta, hay otras dos camas supletorias y seguro que serán necesarias», concede a la puerta del centro de día, donde una veintena de personas pasan la jornada cobijados del frío, entre libros, partidas de tute y una televisión que suena de fondo. «Algunos tienen casa o, al menos una habitación alquilada, pero como no tienen calefacción, prefieren estar aquí», apunta el profesional.

Calle adelante, en la plazoleta de Puerta Obispo, ya hay cola para cenar en la Asociación Leonesa de Caridad. Cuando acaben, los que tengan plaza irán directos para el hogar del transeúnte, recogido en la callejuela que hace codo un poco más abajo, que «no se ha llenado del todo estos últimos días», como señala la responsable, Ascensión Pérez, quien recuerda que pueden estar como máximo entre 5 y 7 días; a Calor y Café, donde las estancias tope están en un mes; o a la casa de acogida, en la que hay más flexibilidad mientras se trabaja con ellos para que logren una salida. A los demás, les toca buscarse la vida. Aunque la Policía Local haga la ronda en la calle para informarles de que pueden ir a los albergues, no caben todos o ya han agotado su periodo de estancia.

Por ahí les encuentra La Churrera, que cuenta con 50 voluntarios para salir los martes y los jueves. «Solo vienen cuatro, más un trabajador social. Casi se pegan por decidir a quién le toca», señala la responsable de Cruz Roja. Entre café, leche, algo de comer y una manta aprovechan para «charlar con ellos, que es lo primordial porque algunos casi no hablan con nadie en todo el día», y convertirse en un «nexo para que vuelvan a confiar en los servicios sociales». «La mayoría son solitarios, entre 45 y 55 años y varones, pero ya no hay perfiles que valgan. Son gente que tenía trabajo, estudios y que han agotado los recursos familiares y sociales. La línea para caer cada día es más fina», advierte Guiomar Fernández.

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