El adiós del alma de La Taberna, la despedida del bracero del Nazareno

SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN

No había quien no lo conociera en la ciudad o bajo el paso del Nazareno. Tabernero mítico, Vicente Prieto García combinaba su pasión por la buena hostelería con la devoción por la Semana Santa. De ambas era un buen maestro, de los que tienen nombre propio.

En la calle de la Rúa abrió La Taberna, un lugar donde degustar pescados frescos era obligación. A la plancha o con la contundencia de la cocina leonesa. Tenía motivos para prepararlos bien, pues antes de cocinero había sido pescadero. En la misma calle donde está La Taberna, en la vía que atraviesan desde hace siglos los peregrinos y que la ciudad bautizó como la ‘calle de la calle’, en la calle de la Rúa estaba La Concha, la afamada pescadería de Prieto y su mujer Milagros San Francisco. Un incendio acabó con el negocio y el inmueble, pero abrió la oportunidad a la familia de hacer lo que mejor sabía: cocinar. Del Barrio Húmedo regresaron a la casa que ocupa ahora su bar-restaurante, justo enfrente de la que había sido su pescadería. Prieto lo convirtió en un templo de la gastronomía, con un comedor al estilo de los viejos mesones.

Hombre sabio, dicen que es el último gran conocedor de la provincia, sus tradiciones y los misterios del ramo leonés, que ha enseñado con mimo a su nieto Vicente Júnior, al que adoraba. Pero de lo que más orgulloso estaba era de ser bracero del Nazareno, en el que ha pujado incluso a escondidas cuando la enfermedad no le dejaba. Hermano de las tres cofradías históricas—de Angustias, del Dulce Nombre y Minerva— era además miembro de la Cofradía de Ánimas y Santo Cristo de Fuera de San Martín y caballero de la Orden de Santiago. Se ha ido con 68 años, dejando La Taberna sin alma, a su parroquia afligida y sumido en el silencio el paso del Nazareno. Que la tierra le sea leve.