Diario de León

Las Lomas, la Azucarera, el Laboratorio..., las otras okupaciones

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Los okupas de La Lastra, únicos residentes de un edificio sin estrenar en la calle Juan Pablo II, no es el único caso de habitantes ilegales de viviendas que León y su alfoz ha vivido en los últimos años. El recién nacido Movimiento 15-M decidió, entre las múltiples acciones que desarrollo en León en aquellos meses de 2011, ocupar la sede del antiguo Laboratorio Pecuario, en la Puentecilla.

Allí celebraron durante tres meses reuniones, asambleas, recitales, encuentros con merienda, conciertos... Fueron desalojados en noviembre por la Junta, tras ordenar el cierre con candados de todas las puertas y ventanas de este inmueble de su propiedad que llevaba en ese momento tres años sin ningún tipo de uso, al igual que actualmente. Los activistas bautizaron a este espacio como el Laboratorio Social.

En 2012 el problema de los okupas se trasladó al alfoz: al municipio de Valdefresno. Una urbanización a la entrada de Las Lomas, en la zona de Golpejar, llegó a tener una decena de residentes ilegales en otros tantos chalés. Los pocos habitantes con propiedad lícita en este espacio tuvieron problemas de convivencia durante meses, que se sumaron a los burocráticos que ya arrastraban con la constructora, que entró en quiebra, y la demora en contar con servicios.

Cuando los problemáticos okupas abandonaron la urbanización el panorama fue desolador, tras arrasar con todo y dejar tras sí un rastro de destrozos y suciedad.

En la zona de la Azucarera, donde ahora toma forma el ambicioso proyecto del Palacio de Congresos, Exposiciones y Recinto Ferial, una decena de indigentes llegaron a residir en los pabellones de viviendas de los capataces de la vieja fábrica Santa Elvira. El peligro de derrumbe de los inmuebles y un accidente de un mendigo extranjero que casi pierde la vida en una caída alertaron al Ayuntamiento y optó por el derribo de estos edificios para evitar más incidentes y la acumulación en la zona de actividades delictivas.

El problema del acceso a la vivienda con la larga e intensa crisis, cuyos coletazos aún son apreciables con bolsas de pobreza endémicas, evidencia la necesidad de contar con viviendas sociales para evitar la presencia de okupas en los cientos de pisos vacíos que suma la capital y su alfoz. El caso de los okupas de La Lastra supone por ahora el último episodio.

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