Diario de León

UNA investigación de CINE

Así buscó la policía durante nueve días a Santiago Izquierdo

GRAN LABOR. Una complicada investigación de la Policía Nacional permitió detener el pasado día 4 de agosto a Santiago Izquierdo Trancho, uno de los presos más peligrosos del país, que tenía permiso para salir de Villahierro al CIS el 27 de julio y no regresó. Los detalles de la labor policial arrojan datos llamativos. . La colaboración ciudadana, el relato de un testigo «y una pizca de suerte» fueron las claves de la detención del peligroso preso.

Momento de la detención de Izquierdo Trancho. POLICÍA NACIONAL

Momento de la detención de Izquierdo Trancho. POLICÍA NACIONAL

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miguel ángel zamora | león

Que Santiago Izquierdo no iba a volver a prisión, la policía casi lo sabía antes de que le dieran el permiso. El recluso de Villahierro, considerado uno de los más peligrosos del país, ya había dejado entrever rejas adentro su intención de volar. Se lo había dicho a algún que otro confidente. Y hay mucho chota. No está hecha la jaula para según qué pájaros. Y es la demostración más palpable de las evidentes grietas que se abren en determinados casos en torno a la defensa de la reinserción social como fin de las penas de cárcel.

Pero aún así, no se podían adoptar medidas de antemano. Todos los años, al menos media docena de internos aprovechan permisos de una forma otra para tratar de escaquearse. O para delinquir de nuevo. Habida cuenta de la dotación de personal de que dispone la Comisaría de León, es imposible vigilar uno por uno a todos los penados.

Recibida la notificación de que el recluso no se había presentado en el Centro de Inserción Social del CHF al que tenía que haber vuelto el 27 de julio, la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) supo pronto que tenía por delante un arduo trabajo. Y además para mucho tiempo. Elena Sánchez, la jefa de la unidad y responsable del esclarecimiento del crimen de Isabel Carrasco, pilota un grupo de excelentes profesionales que además tienen un valor humano notable.

El operativo se estableció en dos frentes. Por una parte, a la Guardia Civil se le encargó la labor en su jurisdicción, fuera de la capital. La filosofía inicial de los investigadores se planteó sobre la tesis se le iba a localizar antes o después, pero muy lejos de León. Que habría recorrido muchos kilómetros antes de que se consiguieran las primeras pistas.

O no. Porque la colaboración ciudadana, siempre fundamental, volvió a ser una de las claves del caso. Al menos una decena de personas llamaron a la Comisaría de León los primeros días para advertir que habían visto en puntos muy diversos de la urbe a Izquierdo Trancho. La fotografía que había publicado la prensa era ya muy antigua y podría dar lugar a confusión. A las primeras llamadas no se les dio especial trascendencia, pero tampoco se las descarto, por precaución.

De entre todas las colaboraciones, una despertó la atención. Una persona daba datos demasiado concretos y situaba a Santiago Izquierdo en el entorno de la casa de su hermano, en el barrio del Crucero. Inmediatamente se personó una dotación en casa de su congénere para sondear el terreno. Sabían que no iban a conseguir pruebas concluyentes, pero sí se podía tomar la temperatura al caso.

El hermano de Trancho dió largas a los investigadores. Además del fondo, cuenta la forma. Y había cosas que no cuadraban. No sabía nada de él, no había hablado con él, apenas tenía constancia de que se hubiera escapado… muy sospechoso.

Durante dos días, se estableció un dispositivo de vigilancia permanente de 24 horas de control en torno a la casa. Desesperante. Al calor del sol del verano, no había ni rastro del peligrosísimo preso. Y lo que es peor, iban cobrando fuerza las sospechas de que el recluso ya estaba bien lejos de la capital a aquellas alturas.

La suerte hay que buscarla. Y trabajarla también. Todos estos casos se resuelven con una pizca de fortuna… o a base de tenacidad. Súbitamente, en un bar cercano a la zona, apareció la pista más concreta: « Yo lo vi de noche, la semana pasada. Salí a fumarme un cigarro y lo vi pasar. Lo conozco de hace muchos años y a su familia también y estoy seguro de que caminaba en aquella dirección».

A la Udev le asaltó la duda: montar un dispositivo de entrada a la casa y reventar la operación o arriesgarse a esperar… En cualquiera de los dos casos, la incertidumbre y el temor era el mismo: que Izquierdo Trancho se diese cuenta de que le estaban siguiendo y escapara.

En un golpe de arrojo, se tomó la decisión. Al ataque. La Policía Nacional preparó lo que en el argot del área se conoce como una encerrona, de la que esta información no aportará muchos datos para no comprometer a futuras investigaciones. El caso es que Izquierdo estaba donde se le buscaba, pero escurridizo y hábil, escapó por la zona alta de la casa y saltó al tejado de al lado. Hasta dos inmuebles llegó a rondar, antes de que finalmente fuera capturado y detenido. Llevaba en la mano un cuchillo y un destornillador. Hizo tímida intención de hacer uso de ellos, pese a que por si acaso, se habían tomado las medidas adecuadas.

La misma legislación que permite conceder un permiso de estas características a un preso de este perfil es la que hace que la última fechoría de Izquierdo sea considerada un quebrantamiento de condena, un delito menor. La policía se queja amargamente de la dificultad que comporta este tipo de actuaciones y de lo barato que les sale a los delincuentes este tipo de comportamientos. Ese capítulo es para otro cuento...

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