Creen urgente «un lavado de cara» del viejo edificio y denuncian la falta de diálogo del Ayuntamiento
Los vendedores de la plaza exigen la reforma y defienden la viabilidad
La treintena de vendedores que ocupan un puesto actualmente en el mercado del Conde no se resignan a que el Ayuntamiento haya decidido aparcar
Imagen interior del deteriorado mercado del Conde Luna en el casco antiguo de la capital leonesa
«Dentro de la precariedad en la que mantiene el Ayuntamiento las instalaciones, nosotros consideramos que el mercado es rentable y viable», indicó ayer el portavoz de los industriales de la plaza, José Grande, quien aseguró también que la impresión de los vendedores en estos momentos es que «están jugando con nosotros». De todas formas, reconoce que el colectivo ya preveía que las obras no iban a comenzar hasta el próximo mandato municipal ante la inminencia de las elecciones en mayo del 2003, aunque Grande estima que «les da tiempo de sobra, pero lo que pasa es que no existe voluntad política». Llama también la atención sobre el hecho de que el Ayuntamiento aún no haya encontrado una cadena de supermercados que quiera ocupar los 200 metros que el Conde tendría reservado para ello en caso de llevarse a cabo la reforma planeada por el Ayuntamiento como alternativa a la planteada por Mercasa. «No entedemos cómo el proyecto presentado por Mercasa era viable y rentable para el mercado y ahora con uno mucho más barato aseguran que no es viable», dice Grande. Los industriales consideran que la incertidumbre que existe sobre el futuro del inmueble, al no centrar el Ayuntamiento su postura de forma definitiva, «está haciendo daño al mercado y confundiendo a los clientes; mucha gente piensa que ya está cerrado», afirma el portavoz. Asimismo, acusan al área de Comercio del Ayuntamiento de falta de diálogo para consensuar el futuro del mercado. «Al principio la concejala se comprometió a mantener con nosotros reuniones periódicas, pero no se han celebrado», comenta Grande. Respecto a la necesidad de que el mercado cierre dos meses -en caso de que finalmente se realicen las obras-, los vendedores estiman que deberá entonces existir un lugar alternativo porque no se pueden permitir cerrar su negocio. Reivindican con urgencia «un lavado de cara del mercado» con cambio de alumbrado, suelo, puertas y nueva pintura. «Parece con su negativa que quieren fomentar a los grandes centros en detrimento de los pequeños vendedores», recalca Grande.