Diario de León

Durísimo alegato inicial de la fiscal: “Es un sin alma”

El acusado del crimen de La Sal dice que tenía un móvil del asesinado porque se lo entregó un amigo ahora fallecido

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El acusado por el crimen del barrio de La Sal negó la autoría de los hechos en la primera sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial contra su persona. Defendia en un principio que si tenía en su poder los teléfonos móviles del asesinado fue porque se los vendieron dos gitanos y que se encontró en suyo en la escena del crimen porque esa noche se lo robaron. En la última versión que ha ofrecido esta mañana culpa de los hechos a un amigo fallecido en un accidente de tráfico. Fue antes de un incidente de gran tensión en la sala, cuando trató de hacer un alegato individual por su cuenta cuando el procedimiento sólo recogía el turno de interrogatorio al procesado.

El Ministerio Fiscal propuso una pena de 27 años para el investigado, un venezolano que tenía 30 años en el momento de los hechos. Se le acusa de robar a un matrimonio de jubilados. Tras apropiarse del bolso de él, le propinó una puñalada en el corazón, que le causó la muerte. Fue en el barrio de La Sal en agosto de 2017.

El acusado se dirigió inicialmente al jurado en una escena de gran tensión: “En la vida se va por delante con la verdad. Si no me dejan hablar esto es inaudito”, protestó ante las tesis de la fiscal “que me presenta como un asesino”. La magistrada presidenta le retiró la palabra por no estar prevista su intervención salvo para responder a las preguntas, en lugar de lo cual el sospechoso pretendía realizar su propio alegato, circunstancia que no contempla el sistema procesal. Fue necesaria la intervención de la Policía Nacional, que decidió no retirarle las esposas.

Posteriormente reconsideró su postura y accedió a responder a las preguntas de su defensa: “No maté a la víctima ni herí a su mujer. No estuve en el lugar de las hechos. Un amigo me entregó su móvil porque me dijo que había tenido una movida y me fui a mi casa con el teléfono que me dio. De repente vinieron a detenerme y no sé por qué. La única persona que podría demostrar que yo no lo hice, ha muerto por desgracia. Es mala suerte y sé que no cuadra pro es la verdad “. Insistió en que si su amigo no hubiera muerto “la Policía habría detenido al asesino o los asesinos. No es mi verdad, es la verdad. Lamento lo que le pasó a ese señor pro yo no fui “.

Su abogada le recordó que en su primera declaración tras ser detenido había ofrecido otra versión: “Estaba bajo los efectos de lo que había tomado”. 

Antes había habido un primer receso en el que su abogada tuvo que calmarle y hacia cambiado de filosofía y había decidido no responder a las preguntas de la fiscal y se quejó de que se interrumpiera la grabación del juicio a la vista del cariz que estaba cobrando el incidente.

La fiscal apeló en el alegato inicial al sentido común del jurado para dilucidar si el acusado es culpable o no culpable. “La justicia en términos generales no existe y lo único que está claro es que en el juicio no vamos a poder escuchar al fallecido. Por eso les pido un veredicto de culpabilidad, porque podría habernos pasado a cualquiera de nosotros. Fue un asesinato vi  y tenemos pruebas de que el autor fue el procesado. Le mató para asegurarse de que no le iba a seguir y poder llevarse las pertenencias de las víctimas “. 

Para la fiscal, el drama de la viuda es doble “porque sabe que no va a cobrar la indemnización, pero ha contratado un abogado para que se haga justicia y para que la sociedad esté a salvo e de él durante 27 años”. Incluyó al sospechoso en el grupo de lo que ella denominó “los sin alma”, porque “es una persona normal pero al que no le importó matar”.

Llamó la atención la acusadora pública sobre las tesis del acusado “que miente más que habla” y también ironizó sobre el investigado, que tuvo “la mala suerte” de que perdió su móvil “justo en el lugar de un crimen” y de comprar dos teléfonos “a unas personas que habían sido objeto de un crimen”. Fue más allá la fiscal: “Fue tan miserable que hasta se quedó con los chicles del fallecido”. Aseguró que ya había sido investigado por otro crimen sin autor conocido y le atribuyó un episodio de malos tratos a su pareja “que no se atrevió a denunciarle”. 

Considera la representante del Ministerio Público crucial que en poder del imputado apareciera un USB con películas que le gustaban al fallecido y que llevaba en su bolso en el momento de su muerte.

Negó la posibilidad de aplicar la atenuante de dilaciones indebidas “porque el crimen fue hace cuatro años, pero hemos estado parados un año por la pandemia y la defensa ha estado ralentizando el proceso para que se cumpliesen cuatro años de prisión preventiva y que hubiera que poner al acusado en libertad”.

La representación procesal de la viuda lamentó que el sospechoso se presente en el juicio “como un honesto conductor de ambulancias que cuidaba de viejecitos” y advirtió al jurado de que su abogada defensora “ofrecerá una versión de los hechos que no es cierta. Les van a decir que todo fue un cúmulo de mala suerte. Es como el político corrupto al que le toca tres veces la lotería “.

La letrada defensora recordó que pertenece al turno de oficio “pero no he objetado porque creo firmemente que mi representado es inocente. Nunca cometió los hechos que se le atribuyen y lo probaré “. Criticó que se le presente como un gran criminal: “Es falso, sólo tiene antecedentes por una tentativa de hurto. Tuvo una discusión con su pareja pero no fue detenido nunca “. Ha sido voluntario de Cruz Roja “y eso no es compatible con ser delincuente. Es buen padre y mejor abuelo”, aseguró su abogada, que también protestó por la vehemencia de la fiscal: “No venimos a hacer juicios de valor”. Advirtió que la viuda identificó a otra persona diferente del acusado tres horas después de los hechos, en una rueda de reconocimiento. 

Trató de desmontar las tesis de las acusaciones de acuerdo a determinadas contradicciones. Aseguró que el móvil del sospechoso no apareció en el lugar del crimen “sino en las inmediaciones” y criticó la forma en la que se resolvió el caso “para que se mantenga la teoría de que León es una ciudad segura”. Pido como ejemplo que no haya evidencia biológica alguna del sospechoso en las ropas del asesinado ni de la víctima en la vestimenta del acusado. “Se le acusa por dos casualidades que le pueden amargar la vida. Si lo condenan ustedes, son 30 años y no volverá a ver la luz del sol”. Advirtió al jurado de que existe la posibilidad de que se equivoque “y hay casos en los que han hundido la vida de una persona para siempre, como en el caso de Dolores Vázquez. Les deseo la bendición de Dios para llegar a una convicción íntima y real”.

La viuda lamentó que el ataque se produjera “cuando ya sólo faltaban 50 metros para llegar a nuestra casa”.  Reconoció que no olvidará nunca la cara del autor del crimen y que identificó perfectamente el su vestimenta. Rememoró la escena del asesinato: “Nunca pensé que hubiera apuñalado a mi marido, él era muy pacífico y no se resistió. Yo estaba cagada y tampoco me opuse. Le pregunté si le había hecho algo y sólo pudo decir: ‘Me pinchó ‘“.

Reconoció un pen drive que se encontró en poder del sospechoso, donde había películas que había grabado un amigo del fallecido. También identificó chicles y pañuelos de su marido que estaban entre los artículos incautados al detenido: “Siempre usaba la misma marca”.  Una vecina manifestó que vio como el autor del crimen perdió en la huida el móvil que figuraba a nombre de la pareja del acusado: “Me lo dijeron después, yo no me di cuenta de eso”. Se rompió en lágrimas al ver la foto del detenido, entonces sin gafas y con otro corte de pelo

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