Diario de León

Luis Artigue EL AULLIDO

Jornadas Culturales Leteo

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León

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LA amistad puede convertirse en un buen caldo de cultivo para que campe a sus anchas la utopía, y así avanza esa utopía sin fondos que es la cultura en León. Entramos, salimos, abrimos una pequeña librería anarcosindicalista, fundamos una editorial marginal, y todavía seguimos en pie para desarrollar por tercer año la Jornadas Culturales. A veces miro a Rafa Saravia, creador del Club Cultural Leteo, y no salgo de mi asombro al comprobar el rácano apoyo institucional, compensado por esa resistencia suya de muralla medieval y un empeño a prueba de bombas-lapa. Cierro los ojos, vuelvo a mirar y el castillo de naipes cultural que es Leteo sigue estando en pie. Olé colega. Este año serán tres días (próximo miércoles, jueves y viernes) dedicados a la música el primero, con la presencia de Nicolás Alonso (organista de la catedral de Astorga), Antonio Segura (Los Cardíacos) y Alejandro Díez (Los Flechazos), para finalizar con el espectáculo sonoro en directo de Sin Red (Ildefonso Rodríguez y Víctor M. Díez). La siguiente sesión estará centrada en el cine e incluirá la proyección de varios cortometrajes, Nacho Abad moderará una mesa redonda integrada por cinco directores y un productor cinematográfico, y se invitará al público a participar en un debate sobre el estado actual del séptimo arte. Por último llegará el día principal, específicamente literario, en el que Silvia Zayas y Nacho Abad presentarán los dos últimos libros publicados por Leteo: el poemario Rock and Roll de Rubén Mielgo, y la novela Yo, el monstruo de Alberto Rodríguez Torices, finalizando posteriormente al entregar el Premio Leteo, que este año recayó por unanimidad en Belén Gopegui. Con inmenso placer le regalaremos a esa moderna y eterna novelista la escultura en bronce de Amancio González, logotipo y símbolo del Club, que representa al Gigante de Santo Domingo sujetando uno de sus brazos cansado de escribir. No cabe en tan pocas líneas el esfuerzo puesto en esta iniciativa, y menos aún la ilusión desplegada. Así que al menos me referiré a los apuros económicos y las jugarretas municipales (sin embargo para urbanismo siempre hay presupuesto), y hablaré también de la emoción previa al imaginarnos todo esto mientras compartíamos confianza en las terrazas de los bares nocturnos; recordaré el estrés al organizarlo -mérito principalmente de Rafa y Nacho- y la suerte de disfrutarlo que no será sólo nuestra, sino que se hace extensiva a todos ustedes. Nosotros pensamos que apostar por la cultura es hacerlo por una vida despierta y de más calidad, incentivando lo que hay en todo ser humano de inmaterial, moral y activamente vital. Por eso organizamos este evento a modo de protesta constructiva contra el discurso del botellón y los jóvenes actuales «drogatas», analfabetos y frívolos -dicen-. Lo hacemos concienciados, con mentalidad aperturista, cosmopolita, dinámica, tratando de introducir en esta ciudad un mensaje menos neoliberal y localista o más avanzado y universal, como quieran: el mensaje inútil, y por eso mismo imprescindible, de los creadores actuales. Nombramos la cultura y mientras lo hacemos estamos hablando de nosotros mismos, de nuestros sueños, nuestras preocupaciones, nuestra justificada incertidumbre acerca del futuro; indirectamente hablamos también de todos los amigos exiliados que se han ido por obligación a trabajar fuera de León, y recordamos que nuestros gobernantes no han hecho nunca de este problema una prioridad política. Ya es hora. Hoy alzar la voz de la cultura en León y en el mundo supone arriesgarse apoyando lo distinto, proponer estrategias creativas para mejorar, fundamentar las próximas pautas de acción en la imaginación y su poder para innovar y salir del estancamiento. Hay otras formas de hacer las cosas, hay otro modo de ver el mundo, avanzar es posible... La cultura es una antorcha en la noche de estos tiempos.

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