Un traje nuevo en otra vía muerta con alto riesgo de descarrilamiento
La hoja de incidencias de la rampa de Pajares no da abasto para sujetar un expediente razonable, que una administración bien dimensionada sea capaz de desenvolver son cierta fluidez.
Es extraña la semana en la que no se registre un parte, con repercusión final en la fluidez del tráfico ferroviario a uno y otro lado del cordal. Trenes con retrasos en León; pasajeros transbordados; vías únicas atascadas; caída de catenaria; corte de suministro; algunas veces, también, la tara es la avería del tren. El operador y el administrador se encuentran al final del túnel con el problema añadido que se genera de forma indistinta por la penuria de la falta de mantenimiento.
Un estudio al detalle, encargado y elaborado por Adif, afina el relato que en bruto pondría en riesgo la viabilidad del sistema de caución, siniestros y seguros.
«Debido a los daños descritos, que afectan a la superestructura ferroviaria e implican un riesgo de descarrilamiento, y dada la importante afección sobre los elementos de la vía que ello puede producir y su consecuente grave riesgo sobre las circulaciones, no es posible esperar a la tramitación de un expediente de contratación urgente ni la utilización de un procedimiento negociado sin publicidad por motivos de urgencia para la realización de las obras necesarias. Se requiere actuar de modo inmediato de manera que se pueda garantizar la seguridad de las circulaciones ferroviarias, para lo que se plantea una actuación de emergencia», especifica el informe técnico de Adif con el que se justifica esta última inversión para la rampa. La actuación implica reformas fuera del perímetro del salto de la rampa; de la La Robla a La Pola de Gordón, de Santa Lucía a Villamanín y Villamanín a Busdongo, se deben cambiar o ajustar centenar de traviesas desgaste tanto en las sujeciones, como en la zona de asiento del patín del carril y como consecuencia se producen sobreanchos.
El traje nuevo para una vía con fecha de caducidad.