Diario de León

«Cuando un niño ve mal ralentiza su desarrollo visual. Por eso resulta vital detectarlo a tiempo»

León

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El fin de las vacaciones de verano supone la vuelta a la rutina escolar. Una buena visión es fundamental para garantizar el correcto aprendizaje, pero no siempre es fácil saber si los más pequeños ven bien. ¿Cómo podemos asegurarnos de que tienen una buena función visual? Y, de no ser así, ¿cómo podemos ayudarlos en el camino que supone su correcto desarrollo visual? Las doctoras Ana Garrote y Natalia Spagnoli, oftalmólogas de la Clínica León Ocular, nos responden algunas de las dudas más frecuentes sobre la visión de los niños y niñas.

—En primer lugar, ¿cómo podemos saber si un niño ve bien?

—Debemos tener en cuenta que la visión es un sentido que se desarrolla y madura a la vez que el niño. La visión de un lactante no es la misma que la de un niño en edad escolar. Esto es importante a la hora de valorar los distintos aspectos que conforman el desarrollo visual en la edad pediátrica. Por tanto, para saber si un niño ve bien debemos utilizar las pruebas adecuadas y comprobar que adquiere las cualidades visuales acordes a su edad.

—Teniendo eso en cuenta, ¿cuándo aconsejan realizar el primer control oftalmológico en los niños?

—En líneas generales, en niños sanos sin aparentes problemas oculares, la edad aconsejada para una primera toma de agudeza visual son los tres años. A esta edad la mayor parte de los niños es capaz de identificar las figuras que aparecen en los optotipos, nuestras escalas de medición de agudeza visual. En cualquier caso, existen factores que hacen aconsejable un estudio más precoz, como los antecedentes familiares de alteraciones visuales, parto prematuro o diferentes signos que puedan hacer sospechar de alguna patología ocular.

Para ello es imprescindible la labor de nuestros compañeros ópticos y pediatras, y la observación de los padres y demás cuidadores.

—¿Qué otros aspectos son importantes a la hora de valorar si el niño está desarrollando adecuadamente la visión?

—Además de tomar la agudeza visual con optotipos adecuados a la edad del niño (Pigassou, LEA, E de Snellen…) habitualmente se realizan test para valorar la binocularidad (visión conjunta de ambos ojos) y la estereopsis (visión tridimensional). Estas pruebas pueden verse alteradas en pacientes con defecto de alineación de los ojos (estrabismo) o con ambliopía (ojo vago).

—Una vez revisada por primera vez la visión, ¿deberíamos hacer algún seguimiento?

—Si el niño tiene un correcto desarrollo visual para su edad y no se da ninguna de las excepciones que comentamos antes, sería adecuado revisarlo cada uno o dos años durante la etapa escolar, ya que a esta edad los niños no suelen quejarse de mala visión. En cambio, si se detecta alguna patología, es el oftalmólogo quien determina el tratamiento más adecuado y la frecuencia de revisión que nuestro hijo precisa.

—Pongámonos en el caso de que nuestro hijo o hija ve mal. ¿Qué deberíamos hacer para mejorar en este caso su visión?

—Cuando un niño ve mal se ralentiza su proceso de desarrollo visual. Esto quiere decir que puede padecer ambliopía u ‘ojo vago’. Es muy importante detectarlo a edad temprana porque el desarrollo visual se consigue en los primeros años de vida y se limita mucho a partir de los 6 o 7 años.

Por tanto, si el niño ve mal lo fundamental es realizar un examen oftalmológico para descartar patologías oculares subyacentes e iniciar cuanto antes su tratamiento. En gran parte de los casos este tratamiento pasa por el uso de gafas con la corrección adecuada y, en ocasiones, es necesario añadir otras terapias, como las oclusiones con parches, por ejemplo, para potenciar aún más el desarrollo visual.

—Ahora que mencionan las gafas, se habla últimamente mucho de la aparición de miopía en niños. ¿Es cierto que han aumentado los casos en los últimos años?

—Efectivamente, la incidencia de miopía en niños se ha incrementado de manera significativa. Se relaciona sobre todo con el cambio en el estilo de vida de nuestra sociedad: cada vez pasamos menos tiempo en espacios abiertos e invertimos más horas haciendo trabajos de corta distancia. Esto favorece la aparición de miopía en edades tempranas. Por eso se han realizado estudios sobre varios métodos útiles para frenar el desarrollo de miopía en los más pequeños, a fin de limitar los problemas que puede generar la miopía a largo plazo.

—Entonces, ¿qué podemos hacer para que los más pequeños no se hagan miopes?

—En primer lugar debemos implementar medidas higiénicas, es decir, favorecer las actividades en espacios abiertos, al aire libre, y no abusar de la visión de cerca. A parte de esto, para niños que ya son miopes, existen tratamientos médicos y ópticos para ayudar a frenar el crecimiento de la miopía, que deben proponerse de manera individualizada, atendiendo a las características clínicas de cada paciente.

—Para finalizar, ¿cuándo recomendarían a nuestros lectores que realizasen una revisión oftalmológica a los más pequeños de la casa?

—Hay algunos signos que nos pueden hacer sospechar de mala visión, por ejemplo si el niño se acerca mucho a los objetos, si entrecierra los ojos para ver de lejos o si se queja de dolor de cabeza cuando hace los deberes o al leer. También deberíamos descartar que padezca alguna patología ante enrojecimiento ocular y lagrimeo, si se frota con frecuencia los ojos, si un ojo se desvía respecto al otro o si en las fotografías aparece un reflejo blanco en la pupila. Ante cualquiera de esos problemas debería plantearse la valoración por un médico oftalmólogo. Como conclusión, debemos recordar que la visión en los niños es un sentido en desarrollo y que es fundamental para su adecuado rendimiento escolar.

El inicio de las clases es un momento idóneo para revisar la salud visual de los más pequeños, ya que la detección y tratamiento precoz de problemas oftalmológicos pueden ayudarlos a conseguir su mejor desarrollo en todas las esferas.

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