¿Qué fue de Tito y Tita? La historia de los mellizos de Fabero que conquistaron los escenarios
¿Qué fue de los hermanos bercianos tras su meteórico ascenso?

Tito y Tita, en una imagen de archivo.
En la década de los 80, los nombres de Tito y Tita resonaban en los hogares de España, México y más allá. Estos mellizos, originarios de Fabero, un pequeño pueblo del Bierzo (León), se convirtieron en un fenómeno musical infantil y de rancheras que marcó a toda una generación. Con canciones como El primer amor o La de la mochila azul, y su participación en la banda sonora de la serie animada El osito Misha, llenaron estadios, vendieron millones de discos y se ganaron un lugar en el corazón de miles de fans. Pero, ¿qué fue de ellos tras su meteórico ascenso? Esta es la historia de Valeriano y María Oliva Ramón Cachón, los hermanos detrás del dúo Tito y Tita, y su vida después de los reflectores.
El ascenso al estrellato
La historia de Tito y Tita comenzó en Fabero, en una familia numerosa de diez hermanos, hijos de un trabajador de Unión Fenosa. Desde pequeños, los mellizos mostraron un talento natural para la música. Tito, con apenas 8 años, ya destacaba cantando en la iglesia y en festivales escolares, lo que generó comentarios en el pueblo. Su hermana Tita no se quedaba atrás, y juntos, con el apoyo de figuras clave como el periodista local Manuel Pérez Álvarez y el locutor Gelete, dieron sus primeros pasos en la radio y la televisión.
El gran salto llegó en 1980, cuando, en una España con una sola cadena de televisión, aparecieron en programas de máxima audiencia como 300 millones, Fantástico y Aplauso. Su primer disco, producido por el compositor Alejandro Jaén, incluía rancheras que, para sorpresa de muchos, los catapultó a la fama.
Su música, una mezcla de canciones infantiles y rancheras, conectó con el público, especialmente en México, donde llenaban plazas de toros y estadios, y donde muchos creían, erróneamente, que tenían raíces mexicanas.
Uno de los momentos más icónicos de su carrera fue su participación en la banda sonora de El osito Misha, la serie animada que buscaba suceder al fenómeno de Heidi. Aunque la serie se vio afectada por el boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, lo que llevó a su retirada temporal, el impacto de Tito y Tita ya estaba consolidado. Canciones como El osito Misha o Mamá no llores más se convirtieron en himnos de la infancia de muchos.
La cima y el cambio de rumbo
A medida que crecían, Tito y Tita enfrentaron el desafío de mantener su imagen como dúo infantil. En México, donde ya no eran tan niños, les cambiaron el nombre a “Ellos”, pero el éxito continuó. Sin embargo, los mellizos decidieron dar un giro a sus vidas en el apogeo de su fama. Regresaron a Fabero y abrieron un bar que, fiel a su legado, llevaba el nombre de “Tito y Tita”. La decisión de dejar los escenarios no fue fácil, pero ambos coinciden en que fue la correcta.
Tita se asentó en Astorga, donde tuvo una tienda, mientras que Tito permaneció vinculado al mundo de la música, aunque desde un ángulo diferente: como representante de orquestas de verbena. Sin embargo, este sector también enfrentó tiempos difíciles, especialmente tras la pandemia, con las verbenas paralizadas y las inversiones estancadas.
Un legado inolvidable
A pesar de haber dejado los escenarios, el impacto de Tito y Tita sigue vivo. Su música, disponible en plataformas como Apple Music, continúa evocando recuerdos de una época dorada. Canciones como Tu mirada o Qué bonita está la luna han sido remasterizadas y siguen siendo escuchadas por quienes crecieron con ellas. Su historia también es un testimonio de humildad: a pesar de su fama, nunca dejaron de ser los niños de Fabero, manteniendo su conexión con sus raíces y su familia.
Hoy, Tito y Tita son un recuerdo vivo de los 80, un dúo que, sin pretenderlo, se convirtió en parte de la banda sonora de una generación. Su historia es un recordatorio de que el éxito no siempre se mide en discos vendidos o estadios llenos, sino en la capacidad de vivir fiel a uno mismo. Desde Fabero hasta México, los mellizos de León dejaron una huella imborrable, y aunque ya no canten, su legado sigue resonando.

Tito y Tita

Tito y Tita

Tito y Tita
