Diario de León

Ángel Alonso, nuevo director de Industriales

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Tracy - Vegazana
León

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Alto de agujas, lomiliso, armado por delante, el primer valdefresno trotó de salida sin fijeza, se escupió de un caballo a otro, no peleó, se pegó en banderillas una costalada y, al paso o de nuevo al trote, buscó las tablas, que fueron su querencia.Tontón, dormidote, noble, sin gas apenas, siguió la muleta cuando Juan Mora, fuera de las rayas, en la media altura y sin forzar, se la enseñó o se la dejó. Tres trotadas a tablas en manso renuncio y un berreo previo al echarse. Opaco toro. Seguro, firme y fácil, Mora anduvo a gusto en breve faena, de ven y va, bien cortada, práctica y plástica. Un señorial paseo. Y un espadazo desprendidillo .Muy astifino, ofensivo, cabezón, las manos por delante, el cuarto salió midiendo y enterándose, calamocheó y se repuchó en el caballo, se puso andarín y se decantó en banderillas: mansote, dolido, a la espera, buscando irse. Fue en la muleta muy mirón.Amenazaba con ser de tragar paquete. Fría la cabeza, sereno, bastante magistralmente, Mora lo dominó con tres muletazos. Pura naturalidad, sabiduría. Como en un tentadero.Protestado de partida -por flojera o por falta de trapío, o por las dos cosas, o porque sí-, el segundo, de tranco pesado, distraído y con ganas de huirse, se empleó muy desigualmente en el caballo, esperó e hizo hilo en banderillas. Fue en la muleta toro desigual y de poca vida. Topón y sin voluntad por la mano izquierda. Manejable pero a menos por la otra. Al aire del toro en los medios, sin meterse a fondo, Rivera acompañó despegadillo y al hilo del pitón los quince viajes seguros del toro, que se indispuso al final, adelantó por las dos manos y murió manseando. Trabajo más de sobar que de estirarse.Zancudo y sin cuello, muy cargado de carnes, el quinto, que tuvo feas hechuras, vino a ser el más peligro.

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