Diario de León

Como caídos del cielo

Los dos obreros, heridos el miércoles al precipitarse el andamio en el que trabajaban desde un quinto piso, evolucionan favorablemente aunque siguen con el susto en el cuerpo

Imagen de Fernando, uno de los heridos en el accidente, en su habitación del Hospital de León

Imagen de Fernando, uno de los heridos en el accidente, en su habitación del Hospital de León

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Isabel Rodríguez - león
León

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La vieja fachada no pudo con ellos. No les quedaba mucho para terminar el trabajo que habían previsto para la tarde del miércoles pero el andamio en el que se encontraban montados les dio el primer aviso. Uno de los enganches se soltó de la pared; segundos después la instalación temporal caía con ellos desde un quinto piso. Los dedos de Fernando fueron rozando, durante los instantes que duró la caída, parte de la fachada que se desplomaba a la misma velocidad que ellos. Afortunadamente, este obrero de cincuenta años puede ahora relatar su historia y mostrar sus manos un tanto hinchadas, donde se dibuja en forma de heridas la desesperación que sintió cuando notó que sus pies no encontraban más apoyo. A Santos lo de «no te enterarías de nada» no le sirve. Él recuerda perfectamente lo que sintió, desde que se dio cuenta del peligro que corrían tanto él como su compañero al ver que uno de los enganches fallaba. ¡Quieto! ¡No te muevas! Advirtió al otro obrero, mientras intentaba encontrar una solución rápida. No hubo tiempo. Paradójicamente cayeron con el salvavidas puesto ya que la cuerda de seguridad a la que estaban sujetos por un arnés se fue con ellos y les impidió saltar hacia un lado, lo que según Fernando les habría evitado el choque con los instrumentos de trabajo. De todos modos, aterrizaron cerca de unas carboneras donde también había trozos de uralitas, lo que amortiguó el golpe en buena medida. Una vez en el suelo, no reparó en su cuerpo ensangrentado, lo único que deseaba era encontrar cuanto antes a su compañero de obra, cuyo cuerpo había quedado cubierto por varias tablas. «Yo por lo único que me preocupaba era por el chaval porque tenía un montón de cosas encima y no podía ver cómo se encontraba», comentó. El rescate Pronto comenzó a acudir gente al lugar donde se produjo el siniestro. Fernando les pedía ayuda para socorrer a su compañero que todavía se encontraba tirado en el patio. El joven apenas podía moverse pero no tardaron en llegar los equipos de emergencia para rescatar a los heridos. Ambos evolucionan favorablemente, aunque D.D.S.J. tiene fuertes dolores en la espalda y el ánimo un tanto debilitado. El impacto y la impresión quedan sin embargo sustituidos por la infinita suerte que llegó a verles en el momento del desplome en la que ninguno de los dos perdió en momento alguno la consciencia. Fernando salió ayer de la Unidad de Cuidados Intensivos y se encuentra instalado en una habitación indiviudal del Princesa Sofía. Ya se levanta y prefiere dar algún paseo que quedarse en la cama. «Sólo tengo ganas de recuperarme y salir de aquí». De momento, tres costillas rotas le mantendrán algún tiempo más retenido en el Hospital. Sólo se inquieta al preguntar por el estado de su compañero que, una planta más abajo tendrá que quedarse algún tiempo más al cuidado de los médicos. Vuelta al trabajo La mujer de Fernando acude cada poco al Hospital. Es incapaz de olvidar los momentos «interminables» que vivió hasta que los médicos le informaron del estado de su marido. Cuenta que, mientras esperaba, por su cabeza pasaron todo tipo de pensamientos, inevitables para todos los que aguardan noticias de familiares a la puerta de Urgencias. Fernando no duda en volver a su trabajo cuando se recupere. El otro chico parece que le ha cogido algo más de miedo a los andamios.

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