Diario de León

Dos portales para el belén de León

San Marcelo y San Isidoro se reparten este año los nacimientos de la capital, uno más centrado en el misterio y otro salpicado de las actividades propias de la provincia

Los niños son los principales actores de las navidades y quienes más disfrutan

Los niños son los principales actores de las navidades y quienes más disfrutan

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A. Caballero - león
León

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Tiene gracia que la traducción de la ciudad Palestina de Bet-le-hem sea «casa del pan». Pero desde aquel pequeño núcleo que distaba nueve kilómetros de Jerusalén y que en la época en que nació Jesús no debía contar con más de mil habitantes, sobre todo pastores y campesinos, hasta la representaciones que en la actualidad se hacen ha habido muchas cosechas, pero cada vez menos casas con panes. Con el ánimo de que no se pierdan las tradiciones -que no en vano son el asiento en el que se instalan los pueblos-, y de que haya más pan en más casas, los responsables del Ayuntamiento de León inauguraron ayer los dos belenes que este año conforman la decoración común de la Navidad en la capital; además de que volvieron a incidir en la promoción del canto del Ramo leonés, seña identificativa de estas latitudes y del carácter de un pueblo acostumbrado a pedir en el cielo lo que se le niega normalmente en la tierra. La exaltación del Ramo leonés recayó este año en Concha Casado. La antropóloga leonesa, ávida estimuladora de que los principios leoneses no caigan en el desuso y el olvido camino de otros puertos más secos, arengó a los muchachos congregados en el lugar de la ciudad donde mejor comen las palomas: «Vosotros, niños y niñas de los colegios de León tomáis el testigo de nuestros mayores para que las tradiciones no sólo no desaparezcan sino que perduren renovadas y remozadas con una nueva savia y una vez más evolucionen con la sociedad que las mantiene». Como marco para el ramo, la Plaza de San Marcelo vuelve a ser el escenario en el que se coloca el belén más característico de la capital, en el que el núcleo del misterio forma la figura angular entorno a la que se disponen el resto de complementos. La construcción guarda la similitud a escala de la topografía de la montaña leonesa, con figuras luminosas por doquier para dotar de mayor espectacularidad a la escena, y alrededor de veinte piezas entre ciervos, árboles y un trineo -que los nórdicos cada vez ganan más terreno y hasta Papá Noel quiere un poco de protagonismo entre tantos reyes y magos-. La parte viva del decorado se reparte dentro de los tres corrales habilitados para la ganadería, donde ovejas, corderos y burros encuentran sitio cada cual en su espacio y unos con más holgura que los otros. El segundo nacimiento, colocado en la Plaza de San Isidoro, se expande en una construcción de 60 metros cuadrados, en el que las figuras y miniaturas alegóricas se acoplan a las actividades propias de la provincia -vides, minas, montañas...- bajo una techumbre de madera y con el complemento de la decoración natural.

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