Diario de León

TRABAJOS SELECCIONADOS

El valor del papel

Publicado por
Susana Álvarez Blanco 6º de E.P Colegio Camino del Norte
León

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Los rayos de luz iluminan mi portada como cada mañana... ¡Pero qué descarado! ¡Si ni siquiera te he dicho quién soy! Soy un libro muy feliz y orgulloso. Vivo aquí, en esta librería. Estoy en el escaparate, cerca de libros ilustres, muy conocidos en todo el mundo. Por ejemplo: «Romeo y Julieta», «Don Quijote de la Mancha»... -¡Pero qué demonios pasa! ¿Por qué este humano nos revuelve de esta manera? El libro «Romeo y Julieta» respondió a mi pregunta: -¿No te has enterado? Es el centenario de «Don Quijote de la Mancha». El libro «Don Quijote», se quedó un rato pensativo al oír la noticia, y acto seguido abrió tanto los ojos que los confundí con dos platos. Después gritó haciéndonos una mueca desagradable: -¡Chincharos! Voy a ser el libro más leído de toda la historia. ¡Ja, ja! Más tarde, recibí un tortazo tremendo que me empujó al suelo. «Estúpido humano». Pensé. Pero por mucho que gritara, no me escuchó. A mis espaldas, estaba mi amigo el libro «Romeo y Julieta» en un carro gritando: -¡Socorrooooo! ¡Me llevan a las rebajaaaaas! ¡Qué rápido pasó todo! Hace diez minutos estaba en mi estantería calentito y tranquilo, y ahora ocupa mi lugar muchísimos libros de «Don Quijote» de todo tipo. Estoy en el suelo sucio y frío, muy incómodo. Tengo sueño, espero que el próximo día sea mejor. Una voz que estaba cantando me despertó. ¡Bien! ¡Qué buena suerte! ¡Son las señoras de la limpieza! Seguramente me recojan y me coloquen en otra estantería. La señora me cogió con el recogedor y me tiró a la basura. -¡Oiga señora! ¿Qué se ha creído? ¡Ante todo un respeto! ¡Respeto! ¡Devuélvame a mi estantería!... Grité y grité todo lo que pude, pero aquella mujer seguía cantando tan tranquila. Me quedé un buen rato pensando: -Esta mujer me echará al contenedor de papel y yo tarde o temprano me reciclaré y llegaré a ser un periódico, una revista, un folio o aún mejor: un libro con más fama. Hoy es mi día de suerte: en pocos minutos me convertiré en papel más útil. No había terminado de pensarlo, cuando la señora me dejó caer a un contenedor amarillo. ¡Qué asco! Aquel no era mi contenedor; latas por todos lados, comida... ¡olía a pescado! Estaba muy furioso: ¡todavía no consigo entender cómo un simple libro sabe donde se deben tirar las basuras para reciclarlas y un humano no!... ¡Pero qué disgusto me he llevado! ¡Que sepáis que me habéis decepcionado! ¿Os habéis dado cuenta de que la naturaleza está enferma? Y, si ella está enferma, nosotros también lo estamos. Por favor: ¡Reciclar! Sé que el camino es muy largo de recorrer, pero si reciclamos como debemos, tarde o temprano, a la naturaleza se le cerrará esa herida tan grande que la hemos hecho. Y de nuevo podremos disfrutar de la naturaleza sin peligros. Y aquel libro esperó ser reciclado para ayudar un poco más a la naturaleza.

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