Las Apas de los centros públicos no creen adecuado el uso del uniforme

La Federación de Asociaciones de Padres y Madres de León (Fapa), que engloba a las Apas de todos los colegios públicos de León y provincia excluyendo El Bierzo, muestran su rechazo al uso del uniforme en las aulas de los centros públicos. Así lo explicó ayer una de las responsables de la federación, que apoyó su respuesta argumentado que, en el caso de que se instaurase vestir uniforme en los colegios de titularidad pública, esto supondría un gasto extra para las familias, muchas de las cuales se encuentran ahogadas económicamente por el desembolso que supone la vuelta al cole de sus hijos. Algunos de los sectores educativos encuentran el uso del uniforme como una forma de integración para los niños y niñas inmigrantes, cada vez más numerosos en estos centros. Una postura que es rechazada frontalmente por la Fapa. «Es cierto que en la escuela pública tenemos un nivel de inmigración elevado, pero la integración no viene sólo a través de la ropa, sino por otros temas», alegan miembros de la federación. Unos 100 euros de inversión La compra de un chándal de uniforme ronda los 50 euros, a lo que hay que añadir los, aproximadamente 60 que cuesta el uniforme convencional. Esto supondría un gasto de algo más de 100 euros -por cada uno de los uniformes teniendo en cuenta que se suele comprar más de uno para poder cambiarlo durante la semana- que muchos padres y madres no están dispuestos a asumir por considerarlo una exigencia sin ningún beneficio para los estudiantes. El debate sobre la conveniencia o la inoportunidad del uso de los uniformes en los centros escolares se ha convertido en un tema candente en las últimas semanas después de que se publicase la noticia de que los padres de alumnos de la Comunidad de Madrid recibirán una subvención para pagar el traje en función de su renta. Una medida que pretende aplicarse ya para el próximo curso en la capital madrileña y que deberá ser aprobada por cada colegio o instituto de manera individual. Mientras para algunos padres el uso del uniforme supone, además de una comodidad, una manera de evitar desigualdades sociales en las aulas a la hora de vestir a los pequeños, para otros se trata más bien de una imposición que no están dispuestos a cumplir, además de un gasto añadido al ya de por sí costoso mes de septiembre. Además se trata de un tema de difícil implantación en los colegios públicos, ya que en estos centros no se puede exigir a las familias este tipo de requisitos.