Reciclado y tratamiento de basura
A las afueras de la ciudad de León, había un vertedero donde llegaban diariamente camiones de basura, para depositarla allí y más tarde incinerarla. Muy próximo a este lugar, vivía una familia de etnia gitana, la madre y sus dos hijos. El hijo pequeño apenas tenía cuatro años, mientras que el mayor tenía doce años. Se alimentaban de los residuos de basura que encontraban antes de que se incinerasen. La madre, hacía apenas dos semanas que comenzó con síntomas de una enfermedad, producida por las consecuencias de los compuestos químicos de los productos de desecho. Los síntomas se iban haciendo cada vez más frecuentes y no tenían suficiente dinero para pagar los medicamentos. Fernando, el hijo mayor, se vio obligado a dejar a su madre y a su hermano, para irse a la ciudad y conseguir dinero. Estaba ya sin fuerza y sin esperanza de llegar, cuando de repente al caer la noche, divisó a lo lejos las luces de la ciudad de León. Al adentrarse en ella, vio a gente que tiraba la basura en un contenedor y se acordó del vertedero. Más adelante se encontraban tres contenedores, cada uno de un color diferente. Aunque Fernando no conocía la existencia del reciclado, la gente le daría dinero y evitaría que a otras personas que viviesen cerca de vertederos, les sucediese lo mismo que a su madre. Esa noche la pasó en un banco, aunque no le resultó muy molesto ya que estaba acostumbrado a dormir en el suelo. Al día siguiente, intentó su idea por una urbanización cercana a allí. La mayoría de la gente no le abría la puerta pero la gente que sí estaba interesada le daba el papel, el vidrio y los productos orgánicos en la misma bolsa. No fue buena idea puesto que nadie le daba dinero pero tuvo la suerte de llegar al piso donde vivía un empresario publicitario de reciclado y al saber que estaba interesado en buscar trabajo le ofreció repartir folletos del tratamiento y reciclado de basuras. Esta vez tuvo más éxito que la anterior y el empresario le ofreció el dinero de su jornada. No era demasiado pero si trabajaba unos cuantos días más le era suficiente para pagar la medicina. Así se pasaba los días e incluso por las noches veía que los contenedores de reciclaje eran más utilizados. Cuando reunió el suficiente dinero decidió volver con su madre. El empresario, al darse cuenta del problema de Fernando le pagó el viaje de ida y vuelta más el de su madre y hermano. La madre pudo curarse gracias a la atención médica que le ofrecieron en el hospital y tiempo después no tuvieron necesidad de volver al vertedero porque vivían en un lugar mejor gracias al dinero que Fernando consiguió. La madre trabajó y Fernando pudo volver a sus estudios. Lo mejor de todo es que llevaron su caso a los periódicos y la gente le dio más importancia a la palabra «reciclado».