Diario de León

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Sin lugar para poner el huerto

El Cabildo catedralicio rechazó la oferta del consistorio de darle un huerto y un bocadillo de tortilla de chorizo si aceptaba que el tributo de Las Cantaderas es libre y no obligartorio

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A. Caballero - león
León

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Se las fiaba felices el Ayuntamiento por la ausencia de Don Primo Lucio Panera, que durante los últimos 20 años había representado al cabildo catedralicio en Las Cantaderas, pero ni por esas se libró el debate de salvar las tablas: el consistorio fiel a que el tributo que hace la ciudad es oferta: libre y voluntario, y los clérigos convencidos de que es foro: obligatorio por voluntad del pueblo, después de que la ciudad se librara en el año 844 de tener que entregar cien doncellas al califato de Córdoba, una vez resuelta en victoria la batalla de Clavijo en la que el apóstol Santiago guió a las tropas del rey Ramiro I de Asturias contra los sarracenos, según citó el síndico municipal, Vicente Canuria. La disputa, que acumula un año más para la historia de una fiesta que está a la espera de ser nombrada de Interés Turístico Nacional, no se destrabó ni cuando el representante del regimiento ofreció al Cabildo catedralicio, si reconocía el gesto como oferta, «un huerto en el que poder cultivar los frutos que se traerán después a La Virgen», como marca el voto. «Yo me comprometo a gestionárselo. Las licencias del Ayuntamiento las tramitamos nosotros; ustedes tramiten las de la Junta, que les hacen más caso. Pero tengan cuidado de no poner en la solicitud huerto solar, que a lo mejor tardan más de un año y volvemos aquí sin que se lo hayan dado», ironizó Canuria, quien metió en la historia la polémica de la trama solar en la que se han visto implicados varios cargos de la administración autonómica en León. ¡Pero a buen sitio fue a poner el huerto! «No quiera comprarnos la libertad, la voluntad y casi la conciencia», le reprochó el portavoz del Cabildo de la Catedral, Mario González, quien demostró «en campo contrario», con actas del siglo XVI del consistorio municipal, que el regimiento reconocía que había «penetrado en el ayuntamiento la obligación» del tributo. El clérigo citó «la leyenda de cuando Dios creo el mundo ante la mirada de cuatro ángeles: el historiador le preguntó qué haces, el filósofo, por qué lo haces; el economista, cuánto vale; y el último aplaudía con entusiasmo». «A ustedes lo de cuánto vale ni se lo propongo, con la situación financiera que tienen», bromeó González, quien acudió a la sentencia de un historiador inglés para conceder que «el pasado nadie lo puede cambiar, pero todo el mundo puede contarlo al revés». A izquierdas intentó ponerlo Canuria, que subrayó que «el pueblo de León no se deja obligar por nadie» y que «es esencialmente leal, dócil no, aunque pacífico, y atento». «Algunos ladran porque reivindicamos, luego cabalgamos... Y en esas estamos, cabalgando para intentar encontrar el futuro», dejó caer el edil municipal, quien hizo un último intento para convencer a González con un bocadillo -«de esos que ponen en las garitas que ambos conocemos», lanzó- de tortilla leonesa de chorizo del «gochín ilustrado» que ofreció el vicealcalde, Javier Chamorro, en las Cabezadas, como presente que se perpetuaría si reconocía la libertad de la ofrenda. «¿La gallina es leonesa?», preguntó entre risas el clérigo, sin dejarse convencer.

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