El sector hostelero está dividido frente a una nueva ley antitabaco

Tan pronto como Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad, admitió que baraja la posibilidad de endurecer la Ley Antitabaco, el sector de la hostelería reaccionó de forma contradictoria.

Así, la Asociación de Hosteleros del Barrio Húmedo apunta cómo esta nueva ley afectaría gravemente al sector ya que fumar es un hábito muy arraigado entre los parroquianos.

«El 70% de las personas que entran en un establecimiento hostelero son fumadores», señaló Jose María Rubio, presidente de la Sociedad Española de Hostelería. Raimundo Alonso, presidente de la Asociación de Hosteleros del Barrio Húmedo, va más allá y advierte que «la gente incluso dejaría de ir a los bares y restaurantes». A su juicio, la prohibición total del consumo de tabaco en todos los lugares públicos, y por ende, bares, restaurantes y discotecas, es una medida demasiado drástica, «ya que si una persona empieza a toser, también nos contamina», compara Raimundo Alonso en defensa de los derechos de los fumadores.

1397124194 A favor. Sin embargo, el 71% de los ciudadanos querría ver libres de humo los locales donde van a tomarse una cerveza, un café o incluso a cenar. Sorprendentemente, la mayoría de establecimientos preguntados al respecto por este periódico apoyan el endurecimiento de la ley reclamada por médicos no fumadores y recomendada por la Comisión Europea.

Los argumentos esgrimidos a favor de modificar la legislación son muy diversos pero todos coinciden en la necesidad de que la prohibición sea tajante, es decir, que se aplique de forma absoluta y en todos los establecimientos.

El caso del Café Colegiata es ilustrador en este sentido. La normativa de enero del 2006 obliga a habilitar espacios diferenciados de fumadores y no fumadores en los recintos de cien metros cuadrados o más (son el 20% del total), mientras que los locales más pequeños pueden elegir. Aunque la mayoría de los bares de menos de cien metros cuadrados eligieron la permisividad con los fumadores, el Café Colegiata optó por tener un espacio sin humos. La experiencia duró seis meses.

Bautista Tascón, encargado del establecimiento, señala que el problema no fue el descenso de las ventas sino lo mal que se toma la gente que se les diga que tienen que apagar el cigarrillo.

Con el pitillo en la mano, Azucena Duarde, dueña del Mesón del Cid, aplaude la medida. «Si no fumo en mi casa, aquí tampoco fumaría y lo dejaría definitivamente», apunta mientras vierte la ceniza sobre el cenicero. En este mismo sentido se pronuncian desde el Camarote Madrid, «todo sea por la salud», o desde el Llar, «mucha gente dejaría de fumar».

Este último local, enclavado en la Plaza San Martín, va más allá y no se explica cómo una ley que aboga por un espacio sin humos en el lugar de trabajo deja de lado a una parte de los trabajadores. «Al igual que en el hospital, la gente se acostumbraría» apunta el encargado desde detrás de la barra, al tiempo que se sorprende de que si en la «superfumadora» Turquía todo el mundo se ha adaptado, aquí tenga que ser un problema. Además, lanza una pregunta a los que están en contra: «¿Al Húmedo se viene a fumar o a tomar un vino?».

León cuenta con la ventaja de que son pocos los establecimientos que realizaron obras de adecuación del local, por lo que la amortización de la reforma sólo puede suponer un problema para algún restaurante, aclara el presidente de los hosteleros del Barrio Húmedo.

En este estado de cosas, se discute a nivel nacional la posible mejora de una ley que ya está en vigor en países de nuestro entorno como Italia, Francia o Irlanda y cuyo objeto sería rebajar las 60.000 muertes relacionadas directamente con el tabaco y las 6.000 de los fumadores pasivos.