Diario de León

el libro del centenario, de martín martínez

El milagro que ya dura un siglo

La Cámara de Comercio e Industria ha sabido sortear intromisiones, dificultades financieras y ataques para llegar al 2010 peleando todavía por estimular la actividad económica en la comarca Nació rebel

Don Quirino, al volante del primer automóvil que circuló por Astorga.

Don Quirino, al volante del primer automóvil que circuló por Astorga.

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maite almanza | astorga
León

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La de Astorga es la única cámara de comercio, junto con la de León, de las fundadas en la provincia a principios del siglo XX que sobrevive. Las de La Bañeza y Ponferrada desaparecieron pronto y sus territorios fueron absorbidos por la de la capital. Las claves de la pervivencia de la astorgana quedan al descubierto en el libro Cámara de Comercio e Industria de Astorga y su partido judicial. 100 años de vida (1910-2010), del cronista oficial de Astorga, Martín Martínez, que está a punto de ver la luz. El autor hubo de superar la dificultad planteada por el saqueo sistemático a lo largo de los años del archivo cameral, cuyos fondos fueron enviados a la basura o vendidos en varias ocasiones.

Œa cámara, heredera de la Sociedad Económica de Astorga de Amigos del País de 1781, nació en un momento en el que la ciudad vivía una fuerte expansión comercial, un grupo de políticos ocupaba puestos de relevancia a nivel nacional y existía una boyante actividad cultural. Surgió como contestación a una iniciativa de la cámara de León que pretendía que los industriales y comerciantes locales ingresaran en ella. Voces discordantes consideraban que la ciudad debía tener su propia cámara, entre ellas el editor y tipógrafo Porfirio López, que el 19 de junio de 1910 convocó una reunión con el fin de intentar su creación. El proyecto quedaría materializado apenas un mes después, el 21 de julio de 1910.

La Cámara de Comercio de Astorga abarcaba en el momento de su fundación todo el partido judicial, en total 25 municipios de las comarcas de Maragatería, el Órbigo, la Cepeda, la Vega del Tuerto, la Cabrera y la Sequeda. Este territorio en el año 1933 sumaba sesenta mil habitantes, ahora reúne 40.00 habitantes y 26 municipios. La primera directiva cameral estuvo presidida por Blas Martínez Celada. La actual, que encabeza Juan Carlos Fernández, es la número 29.

Œa cámara hubo de sortear no pocos obstáculos para llegar a cumplir cien años de vida. En junio de 1911 se publica una Real Orden que pretendía reorganizar las cámaras y eliminar las que no estuvieran asentadas en las capitales de provincia. El político astorgano Manuel Gullón lo evitó, y todavía intervendría en alguna otra ocasión, tratando de evitar una absorción. La cámara de León hizo un intento en febrero de 1912, e invitó a la astorgana a integrarse en ella, pero los camerales se negaron.

Œa entidad también ha tenido que superar muchos problemas económicos. En cumplimiento de una Real Orden sufrió una inspección el 26 de mayo de 1916, que reveló la gran morosidad de los asociados, una situación que la ponía al borde de la quiebra. La tesorería solicitó a la delegación provincial de Hacienda datos para la formación del censo en su territorio, para actualizar los pagos. Sin embargo, en 1922 la entidad acordó suprimir la plaza de conserje ante la falta de dinero para costear el salario del empleado. …n 1925 la cámara entró en una etapa de gran actividad, hasta el punto de que tres años más tarde estudió la posibilidad de ampliar su territorio de influencia para integrar el que en su momento había ocupado la cámara de La Bañeza. La negociación con el alcalde de la ciudad vecina no llegó a buen puerto, y la zona se incorporó en su día a la cámara de la capital.

Œa cámara de Astorga vivió otros dos momentos de peligro. En 1939 en una reunión del Consejo Nacional se plantea la posible eliminación de las cámaras locales que no tengan un censo de 50.000 habitantes, y en 1966 surgió otro intento de supresión de las cámaras en las poblaciones que no fueran capitales de provincia. Ninguna de las dos propuestas fructificó. "in embargo, continuaron los problemas de financiación de la entidad, en los años sesenta y ochenta del siglo pasado. En enero de 1982, cuando los camerales ya trataban de crear en la ciudad un polígono industrial, surge la posibilidad de que el personal no pueda cobrar las nóminas por falta de fondos. La dificultad se sortea con la concesión de un crédito por la Cámara de Madrid, que ésta ha de repetir en otras dos ocasiones. La cantidad total recibida por la entidad astorgana fue de un millón seiscientas mil pesetas. Los problemas financieros se superan en 1985, año de la celebración del septuagésimo quinto aniversario de la fundación cameral, en el que tras la clausura de ExpoAstorga, con la que colaboraron económicamente las administraciones estatal, autonómica y provincial, las arcas de la cámara presentaron un superávit de 1,6 millones de pesetas, lo que permitió el despegue de la entidad en el aspecto económico.

Seis días antes del alzamiento con el que comenzaría la guerra civil, el 12 de julio de 1936, los camerales se reunieron para estudiar qué postura adoptar ante una huelga convocada por los obreros debido al alto nivel de paro existente en la ciudad. La directiva acordó pedir ayuda al ministro de Hacienda, el astorgano Gabriel Franco, al jefe del Gobierno y al gobernador civil, entre otras autoridades, para hacer frente a la grave situación. La cámara comunicó al alcalde, Carro Verdejo, que no podía sumarse a la huelga por su carácter apolítico pero que recomendaba el cierre del comercio para solicitar el apoyo de los poderes públicos a la causa de los obreros. La intención de la medida era lograr respaldos para prevenir la ruina de las murallas y dar trabajo a los astorganos.

"in embargo, desde el 18 de julio de 1936 su pretendida identidad apolítica se fue al traste, y la entidad quedó supeditada a las órdenes del régimen, de tal modo que cada vez que la directiva quería celebrar una reunión debía pedir permiso al comandante militar de la plaza, que acudía al encuentro o enviaba un delegado. En las siguientes semanas se produjeron dimisiones, inhabilitaciones o detenciones de camerales, y descendieron notablemente el número de reuniones celebradas por la entidad. El 18 de noviembre de ese año el gobernador civil ordenó cesar a la mayoría de los vocales, por creerlos no adictos al régimen. El día 21, los camerales celebraron sesión e hicieron constar en acta la adhesión de la entidad a las autoridades y al «legítimo» gobierno de Burgos. La cámara se había sometido, sin otro remedio, al poder. A finales de 1936 hubo que sustituir la bandera republicana: el precario estado económico de la entidad hizo que se decidiera comprar un fragmento de tela roja, por 17,25 pesetas, para coserlo sobre la banda morada. La dependencia cameral del régimen se acrecentó según avanzaba la guerra, hasta que terminada ésta el control férreo fue sustituido por una tutela encubierta del Estado, hasta pocos años antes de la llegada de la transición.

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