«Le dábamos dinero para que ayudase a los niños pobres»

Los vecinos de Lario y Polvoredo recuerdan a Aníbal Gómez como una buena persona y alguien «muy cercano a la gente». Aunque era natural de Polvoredo, la familia tiene una casa en Lario a donde su padre, el Tío Casiano había bajado a vivir. En este pueblo es donde Aníbal pasaba los veranos con su hermana Amparo. Además, estaba arreglando una casa en Polvoredo recién terminada y que aún no había estrenado.

Los habitantes de Lario recuerdan que la relación con el sacerdote era muy amigable. De hecho, algunos de ellos aseguraban ayer que le daban sobres con dinero para que el religioso lo utilizara en la labor social que desarrollaba en el país centroamericano. Gran parte de sus tareas se centraban en impulsar la escolarización de niños y ayudar a las familias a adquirir el material escolar. «Recuerdo en una ocasión que me dijo que el dinero le había permitido pagar para que unos padres de familia pudiesen trabajar», señala un vecino. «Sabíamos que era tan buena persona que el dinero que le dábamos a escondidas encontraba un buen final y destino para la gente pobre con la que él convivía todos los días». Esta es una de las razones por la cual los vecinos no asimilan que Aníbal fuese asesinado. «Cuando nos enteramos de que había fallecido y como había sido éramos incapaces de creérnoslo». Gómez no solía hablar mucho de su vida en Panamá pero cuando lo hacía, dicen los vecinos, «se le veía que hablaba recordando con pena el sufrimiento los pobres y los niños de la zona donde vivía. Llevaba muchos años allí y la gente le quería».